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Periferias en manos del delito

Sus habitantes están expuestos a los enfrentamientos entre grupos que pelean una plaza por la que trafican con drogas, armas e indocumentados

Un triple homicidio registrado en la periferia de Villas del Campo, delitos que con frecuencia asolan a los residentes de la zona de El Hongo y el dominio de la delincuencia organizada en el poblado La Rumorosa, nos ponen de relieve el abandono que enfrentan las zonas de la periferia de nuestros municipios.
En estos y otros puntos que rodean las manchas urbanas de Tijuana, Tecate Rosarito y otros municipios de Baja California, se han convertido en escena de crimen pero también en madriguera de delincuentes que han tomado por asalto viviendas y hasta privadas enteras para convertirlas en casas de seguridad o bodegas de droga y de armas.
Las autoridades lo saben pero poco o nada se arriesgan a entrar en estos y otros asentamientos como los referidos, o Delicias, Naturas y varios más donde las inmobiliarias dejaron a su abandono a quienes quisieron comprar un sueño y terminaron comprando una pesadilla.
El hecho de sangre más reciente, que tuvo lugar en la calle Delicias de la colonia El Rinconcito, que forma parte de una invasión ubicada a espaldas de Villas del Campo, forma parte de una red delictiva que ha sentado sus reales en esa zona al punto en que policías municipales, taxistas y otras personas que trabajan al servicio del crimen organizado.
En El Hongo el panorama no es más halagüeño, ya que sus habitantes están expuestos a los enfrentamientos entre grupos criminales que se pelean una plaza por la que trafican con drogas, armas e indocumentados, y cuando llega a patrullar alguna autoridad, principalmente elementos del Ejército mexicano o de la Guardia Nacional, también hay disparos.
Y que decir del poblado de La Rumorosa, donde muchos connacionales y extranjeros compraron terrenos campestres con la ilusión de construir una casa para su retiro, y donde hoy las organizaciones criminales se asentaron para despojar a sus legítimos dueños de sus propiedades, y controlar un punto estratégico para el cruce de las citadas mercaderías: armas, drogas e indocumentados.
De ser un apacible asentamiento de gente trabajadora, La Rumorosa pasó a convertirse en un calvario donde sus 2 mil residentes están en toque de queda desde hace más de medio año, cuando comenzaron a ausentarse algunos de sus vecinos hasta sumar 40 casos de víctimas a quienes los delincuentes han desaparecido.
No esperemos a que las aguas lleguen a casos como los del poblado Luis B. Sánchez, punto límite entre San Luis Río Colorado y Mexicali, donde hace tres años, el 2 de diciembre del 2022, un enfrentamiento armado entre los grupos “La Chapiza” y “Los Rusos” estos a las órdenes del cartel de Sinaloa que comandaba “El Mayo” Zambada, dejó a tres personas sin vida y a seis heridos.
Y apenas el 26 de agosto pasado, una balacera en San Luis Río Colorado cobró la vida de un niño de dos años y la de tres individuos, mientras que otro menos de 6 años resultó lesionado.
Este es el saldo de la periferia de un estado como Baja California que si en sus manchas urbanas registra un índice delictivo impresionante, en sus zonas periféricas se vive una guerra por el dominio de las plazas y los cruces estratégicos.