Un tribunal de China condenó a muerte a 10 personas, la mayoría sentenciadas por crímenes relacionados con las drogas, frente a miles de curiosos antes de llevárselas para su ejecución.
Las 10 personas fueron ejecutadas inmediatamente después de la sentencia en Lufeng, en la provincia sureña de Guangdong, a solo 160 km de Hong Kong, según medios estatales.
Siete de las 10 personas ejecutadas fueron sentenciadas por delitos relacionados con las drogas, mientras que otros fueron declarados culpables de asesinato y robo.
Cuatro días antes del evento, los residentes locales fueron invitados a asistir a la sentencia en un aviso oficial distribuido en las redes sociales. Los acusados fueron llevados al estadio en la parte trasera de los camiones de la policía con sus sirenas a todo volumen, cada persona flanqueada por cuatro oficiales que llevaban gafas de sol.
Fueron llevados uno por uno a una pequeña plataforma instalada en lo que generalmente es una pista de atletismo para que lean sus oraciones, según el video del juicio. Miles de personas vieron el espectáculo, con algunos informes que indicaban que asistían estudiantes con sus uniformes escolares.
La gente se paraba en sus asientos mientras que otros se apiñaban en el centro del campo, algunos con sus teléfonos móviles levantados para grabar el evento, otros conversando o fumando.
China ejecuta a más personas cada año que el resto del mundo combinado, aunque la cifra exacta no se publica y se considera un secreto de estado. El año pasado, el país llevó a cabo unas 2,000 sentencias de muerte, según estimaciones de la Fundación Dui Hua, una ONG de derechos humanos con sede en los Estados Unidos. China mantiene la pena de muerte para una serie de delitos no violentos, como el tráfico de drogas y los delitos económicos.
Sin embargo, los juicios públicos en China son raros. El sistema de justicia del país favorece notoriamente a los fiscales y los tribunales chinos tienen una tasa de condenas del 99.9%. La tendencia a reintroducir juicios por sentencias al aire libre es una reminiscencia de los primeros días de la República Popular, cuando los capitalistas y los terratenientes fueron denunciados públicamente.
Con información de The Guardian
