Pina Bausch sigue danzando

La aclamada obra de la coreógrafa alemana Pina Bausch, fallecida en 2009, sigue deslumbrando en los escenarios gracias a los esfuerzos de su compañía, que hacen lo posible por mantener vivo su legado.

“Su aura flota entre nosotros. Es una sensación que me sumerge”, confía a AFP Jo Ann Endicoot, de 66 años, que fue la asistente de Pina Bausch tras haber sido una de las bailarinas emblemáticas de su compañía, la Tanztheater Wuppertal.

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Esta artista australiana exhibe sus creaciones a los visitantes de la exposición ‘Pina Bausch y el Tanztheater’, abierta hasta el 7 de enero en Berlín.

“No pensaba que uno pudiera expresarse así, sin ninguna técnica complicada, y que fuera tan divertido”, dice Kerstin Brennscheidt, de 38 años, que con su hijo trata de realizar unos pasos de ‘Nelken’ (claveles), obra maestra de 1982.

Otros intérpretes de la compañía se relevarán en el museo Martin Gropius para celebrar hasta cinco talleres diarios en una reconstitución del Lichtburg, el antiguo cine donde Pina Bausch concebía sus obras en Wuppertal, ciudad industrial del oeste alemán.

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– Unos inicios difíciles –

Todos destacan la importancia de “hacer sentir” la danza antes que admirarla y de evitar que la exuberancia del Tanztheater opaque el humor y la sensibilidad de las creaciones de la coréagrafa.
Y es que las 46 obras de Pina Bausch, susceptibles tanto de deslumbrar como de desconcertar, giran en torno a la condición humana, en una mezcla de danza y teatro en la que cohabitan la picardía, el sarcasmo, la alegría o la desesperanza.

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“No me interesa tanto la manera en que la gente se mueve, sino lo que les hace mover”, afirmaba la coreógrafa, fallecida a los 68 años cinco días después de que le diagnosticaran un cáncer, en junio de 2009.

Pese a la consternación, sus intérpretes subieron al escenario la misma noche de su muerte, satisfaciendo el apetito insaciable del público por la Dama de Wuppertal, muy lejos de la acogida bochornosa de los años 1970.

“Empezábamos nuestros espectáculos en salas a rebosar y al acabar estaban medio vacías (…). En Bochum, en 1978, tuvimos que interrumpir la representación. La gente estaba de pie y arrojaba objetos sobre el escenario”, explicaba en 2010 Mechthild Grossmann, otra figura del Tanztheater Wuppertal, a la revista feminista Emma.

Aunque ovacionada desde muy temprano en el teatro, Pina Bausch necesitó más tiempo para seducir al mundo de la danza, por entonces archidominado por los códigos clásicos.

– ‘Reinventarlo todo’ –

Aclamada en el mundo entero y apoyada por las subvenciones públicas, la compañía ha programado ocho obras en 2017, entre ellas una versión de ‘Arien’ (1979), treinta años después de su última representación.

Después de actuar en 2016 en Australia, Francia, Londres, Ámsterdam o Atenas, el próximo año iniciará una gira por Asia.

Así, la obra de la alemana -desde la desgarradora ‘Café Müller’ hasta creaciones más apaciguadas- tiene un lugar asegurado en la historia de la danza, mientras que su locura escénica (tierra, campos de claveles, cascadas, animales), inspira desde hace tiempo a los creadores plásticos.

Únicamente los intérpretes, muy unidos a la compañía, pueden transmitir sus roles a otros bailarines.

Pina Bausch montaba sus obras como puzzles, juntando las iniciativas personales de sus bailarines.

Estos trabajaban sin música y las pocas consignas que recibían eran poco concretas, “luna llena”, “deseo”, “manzano”, “infancia”.

“Bajo su mirada, cada vez me sentía más relajada. Hacía cosas más y más curiosas (…) Había que reinventarlo todo en cada ocasión”, recuerda Mechthild Grossmann.

– ¿Nuevos coreógrafos ? –

Desde su muerte, la compañía ha tratado de transmitir los secretos de su trabajo a los ballets de la Opera de París, al del estado alemán de Baviera y al National English Ballet.

El último desafío de la Tanztheater Wuppertal, que quiere evitar convertirse en una pura compañía de patrimonio, es volver a crear sin “reclutar a un clon de Pina, algo que sería grotesco”, asegura Jo Ann Endicott.

A fines de 2015, el ballet montó tres obras de Tim Etchells, Cecilia Bengolea/François Chaignaud y Theo Clinkard -para una sola función y una acogida mitigada- y en mayo de 2017 recibirá a su nueva intendente, la rumana Adolphe Binder.

Gestora sin formación coreográfica, Binder deberá convencer a los escépticos de que puede atraer a nuevos artistas a la Wuppertal.