“Pobre”, la cultura constitucional entre los ciudadanos: Iván Franco

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En una conferencia ofrecida en el marco del centenario de la Constitución Política, en la Academia Liberal de Yucatán, el antropólogo y doctor en Ciencias Políticas Iván Franco habló del desconocimiento que tiene el ciudadano común acerca de la máxima ley que rige a nuestro país.

“Es un terrible déficit educativo e identidad que afecta este como otros órdenes contemporáneos, pese a la existencia del internet y al universo de ofertas universitarias de las que se presume en últimas fechas. Recordemos que la clase de Civismo fue excluida de la carga educativa hace ya cuatro décadas.”

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En su ponencia, entregada a este medio vía correo electrónico, el investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) explica que no es un fenómeno exclusivo de México; en la mayoría de los países latinoamericanos la cultura constitucional “es muy pobre” y parece ser un asunto de grupos reducidos.

El ejercicio que hizo en las calles consideró cuatro preguntas: 1) ¿Sabe qué se celebra el 5 de febrero?, 2) ¿Sabe cuántos años cumple la Constitución vigente?, 3) ¿Cuántos artículos componen la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos?, y 4) ¿Qué define el artículo tercero constitucional?

También detalla que las entrevistas se hicieron los días 7, 8 y 9 de enero pasado en Mérida, en el centro de la ciudad y en un centro comercial, así como en la comunidad de Kanasin.

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“Los resultados fueron funestos. El 95% de los encuestados declaró desconocer qué se celebra el 5 de febrero, como también está excluido de su memoria que la Constitución vigente cumple cien años. El 100% de los entrevistados desconoce el total de artículos que integran la Constitución Mexicana (136), y sólo 35% de la muestra (siete personas) supo definir que el artículo tercero constitucional describe a la educación que imparte el Estado como pública, gratuita y laica; estos últimos con grados de escolaridad de licenciatura, maestría y doctorado, respectivamente.”

Entre los encuestados, añade, hubo personas con grado de doctorado como máximo y mínimo de segundo año de primaria.

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El investigador cuestiona la vigencia de un texto al cual se le han hecho a lo largo de cien años 699 cambios y tiene ahora cerca de 67 mil palabras, 45 mil más que el original de 1917. Se preserva, dice, menos de 20% del texto original. Tan sólo entre 2012 y 2016 se hicieron casi 25% de las reformas.

“Este hecho, para muchos, es quizás una de las razones para pensar en su sustitución.”

Más aun, señala, los sentimientos nacionales que plasmaron los constitucionalistas de 1917 distan de ser los que norman la vida actual. Y cita al investigador Miguel Carbonell, quien señala como un problema la existencia de “una clase política voraz de reformas”.

Además considera que la única manera en que los ciudadanos establezcan una mejor relación con el Estado es el conocimiento de las leyes magnas, pero cuenta que cuando hizo la encuesta mucha gente evadió responder diciendo que no tenía tiempo, pero no despegaron los dedos u oídos de su celular.

Por ello propone una “gesta tuitera, feisbukera o cuando menos whatsapera para tratar de introducir y hacer viral entre la población el conocimiento de sus derechos con base en un nuevo Constituyente”