Una nueva ola de tiroteos por parte de las fuerzas de seguridad iraquíes dejó al menos tres personas muertas durante las protestas en el centro de Bagdad, luego de que los manifestantes que exigían cambios generalizados intentaron asaltar una plaza pública, intensificando su impulso para derrocar al gobierno del país.
Los últimos asesinatos llevaron el número de muertos en el levantamiento de un mes a al menos 320, mientras que la presión política sobre la élite política del país aumentó para resolver los disturbios más sostenidos desde el final de la ocupación estadounidense de Irak hace casi una década.
Los médicos dijeron que trataron a unos 150 manifestantes el viernes, muchos de los cuales habían sido afectados por gases lacrimógenos. Algunos habían recibido disparos con balas vivas, otros con balas de goma, y aún más golpeados directamente con bombonas de gas, que las fuerzas gubernamentales han utilizado con frecuencia como proyectiles.
“Estábamos tratando de hacer retroceder a la policía antidisturbios y tomar el puente Sinak”, dijo Mahmoud, de 24 años. “La policía hizo llover gases lacrimógenos y granadas de humo y disparos en vivo en el aire”.
Yassin, un médico de 27 años que dirige un centro de triaje, dijo: “Recibimos 50 heridas por golpes directos de botes y dos muertos, que fueron golpeados en la cabeza”.
Los primeros días del levantamiento en Bagdad estuvieron marcados por grandes manifestaciones, en su mayoría pacíficas. Los líderes del país respondieron comprometiéndose a combatir la corrupción desenfrenada y crear empleos para una fuerza laboral joven inquieta y privada de sus derechos. Pero a medida que los disturbios continuaron, la clase política se volvió mucho menos susceptible a estas demandas. Los manifestantes acusaron cada vez más a los funcionarios de procrastinar con la esperanza de que el apoyo a las protestas disminuya.
En cambio, las clases medias de Iraq también han salido a las calles en las últimas semanas, presentando lo que los altos líderes y sus partidarios en Irán han considerado una amenaza insostenible para el primer ministro del país, Adel Abdul Mahdi. La respuesta desde entonces ha sido una represión intransigente cada vez que los manifestantes intentan tomar un nuevo terreno.
Con información de The Guardian
