Retorna el barco insignia y el museo south Street desea corregir el rumbo

NUEVA YORK _ Jonathan Boulware, el director ejecutivo del museo South Street Seaport en Lower Manhattan, estaba hablando de restauración, revitalización y retorno _ la restauración, la revitalización y el retorno de un buque de vela de 131 años de antigüedad. Sin embargo, era igual de probable que hubiera estado hablando del propio museo.

El buque, el Wavertree, ha sido de tiempo atrás el orgullo de la pequeña flota del museo. Estaba programado para navegar, desde Staten Island, de regreso a su atracadero en el Muelle 16, el 24 de septiembre, después de lo que equivalió a una restauración de proa a popa de 16 meses y 13 millones de dólares.

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Por dentro, se reconstruyó o se remplazó casi todo, arriba y debajo de las cubiertas, y se metió una nueva entre la sección para la carga y la cubierta principal, ya que la original se había quitado en los años de 1930. En el exterior, el casco de hierro resultó estar en mejores condiciones de las esperadas y solo necesitó reparaciones menores y una buena tallada.

Mientras que el Wavertree estuvo en un muelle seco, el personal del museo trabajó para restaurar el pabellón principal en 12 Fulton Street, el cual resultó dañado por el huracán Sandy en el 2012, así como las finanzas del museo, que recibieron golpes antes y después de que subiera el agua. “El huracán Sandy, prácticamente, nos sacó de la jugado”, dijo Boulware.

Sin embargo, ahora ya se reabrió el espacio para exposiciones con un montaje muy organizado de los objetos que muestran al visitante cómo el puerto le dio forma a la ciudad en los días en los que todos los empleados sabían la diferencia entre una goleta y un bergantín. (La primera tiene al menos tres mástiles y el segundo solo dos.)

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A corta distancia caminando, en el muelle 16, están las embarcaciones para abordarlas. El navío escuela del museo, el Lettie G. Howard, acaba de regresar de la carrera anual del Gloucester Schooner Festival frente a Massachusetts, a donde llegó en segundo lugar entre las goletas construidas antes de 1996. Su tripulación incluyó a empleados del museo que pagaron sus propios gastos para dormir en sus literas y ayudar al capitán profesional del Lettie a trazar el curso, izar las velas y vigilar.

También atado al Muelle 16 está el buque Ambrose, un faro flotante que alguna vez guio a las embarcaciones transatlánticas hasta la bahía de Nueva York (al cual donó la Guardia Costera de Estados Unidos en 1968). Cerca se encuentra la goleta Pioneer de 1885, que acababa de retornar de un recorrido de cinco días por el río Hudson, así como el W.O. Decker, que es uno de los últimos remolcadores a vapor de madera, construidos en Nueva York, que son sobrevivientes. (Lo modernizaron con un motor a diésel antes de dárselo al museo en 1986.)

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Y, también está Bowne & Co. Stationers, la anticuada imprenta que opera el museo en la calle Water, número 207.

“¿Por qué una imprenta?”, preguntó Boulware. “La operación de la impresión tipográfica allí se usó, originalmente, para conocimientos de embarques,manifiestos de carga, pagarés, e instrumentos financieros y comerciales de todo tipo. Nuestra colección de impresiones tipográficas está arraigada directamente en la economía del comercio que construyó a la ciudad”. (Bowne & Co. Stationers está abierta todos los días de las 11 a.m. a las 7 p.m.; el Muelle 16 y la exposición en 12 Fulton Street están abiertos de las 11 a.m. a las 5 p.m. de miércoles a domingo.)

Sin embargo, el museo se trata, fundamentalmente, de barcos y su flota es más reducida de lo que fue alguna vez: de once le quedan ocho navíos porque trató de arreglar sus finanzas.

Durante años, había batallado para cubrir los gastos. En el 2011, el Museo de la Ciudad de Nueva York intervino, pero se retiró después del huracán Sandy y declaró al museo de South Street un desastre insalvable. Se habló de vender toda su colección de más de 26,000 objetos marítimos que no se dañaron con la tormenta.

En lugar de eso, Boulware ha tramado con entusiasmo un curso para volverlo a la vida.

Desde el 2013, el museo ha recibido 11.6 millones de dólares del Departamento Federal de Administración de Emergencias para reparaciones y restauraciones en su edificio de la calle Fulton. El museo también consiguió una subvención por 4.8 millones de dólares de la corporación Lower Manhattan Development para la renovación de la accesoria en la cercana calle Water para ser un centro comunitario educativo, y otra subvención de cuatro millones de dólares del ayuntamiento para una nueva estructura en el Muelle 16 que, entre otras cosas, permitirá que personas discapacitadas tengan acceso al Wavertree.

“Hay mucho que hacer para volver a ser el centro neurálgico educativo que fuimos alguna vez”, comentó Boulware, “pero ya se hizo el trabajo preliminar”.

La exposición en 12 Fulton Street, la primera del museo desde el huracán Sandy, enmascara astutamente que la recuperación del museo está incompleta. “Tendremos elevadores y escaleras eléctricas que no funcionan”, dijo Boulware.

Así es que una nueva vitrina tapa las escaleras eléctricas con la exhibición del objeto del mes. Para septiembre, se trata de una cafetera de plata del Southgate.

“Originalmente, el Wavertree se llamó Southgate”, dijo Martina Caruso, la gerente de colecciones y catastro del museo. El barco se lanzó en 1885; y tres años después, se renombró Wavertree.

El museo tiene la campana del barco, que también tiene el nombre Southgate, así como otra más grande del Relief, una embarcación que es una prima del Ambrose. Se hundió en 1960 después de que el Green Bay, un carguero muchísimo más grande chocó contra él en la bahía Lower New York. La campana “todavía tiene percebes en la parte interior, del sitio donde estuvo en el fondo del puerto”, contó Boulware.

Al guiar el camino por la exposición, Boulware dijo que le dieron la campana al museo con una condición: que se tocara.

Así es que la tocó dos veces. Los visitantes la pueden hacer sonar tantas veces como quieran. Suavemente, claro.

James Barron
© 2016 New York Times News Service