Ricky Ricón

De nueva cuenta el dirigente del Partido Acción Nacional  Ricardo Anaya está  bajo los reflectores de los medios pero no como él quisiera sino para revelar una fortuna en propiedades inmobiliarias por más de 308 millones de pesos acumuladas entre él y sus familiares.

Ya  con anterioridad se dio a conocer que Anaya goza de un nivel de vida que no corresponde a los ingresos de un hombre dedicado a la política en los últimos años, cuando se reveló que viajaba semanalmente a Atlanta, Estados Unidos,  donde vive su familia.

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Ahora resurge su ostentoso nivel de vida, el cual de acuerdo a medios informativos de su natal Querétaro, despuntó a su paso por cargos del gobierno del estado, principalmente cuando fue secretario del gobernador panista Francisco Garrido Patrón.
Se trata de una práctica común mediante la cual, funcionarios  cercanos al poder como Anaya, se benefician de la expropiación de predios que son comprados a precios bajos y revendidos a precios altos.

En su calidad de secretario de Gobierno, Anaya Cortés encabezó una operación con base en información privilegiada en la que no es casual que  el comprador sea su familiar, como ocurre en el caso de su suegro, Donino Angel Martínez,

Más allá de los recursos financieros, aquí se trata de un manejo turbio de los bienes de un politico que presenta un rostro de honestidad que solo es una fachada.

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Y es que la familia política de Ricardo Anaya Cortés, presidente del Partido Acción Nacional (PAN), ha incrementado sus posesiones inmobiliarias y comerciales en los últimos 14 años, de acuerdo con una investigación del periódico El Universal.

La publicación señala que la familia de la esposa de Anaya Cortés, encabezada por sus suegros Donino Ángel Martínez y Maribel Natalia Franco, pasó de tener cuatro empresas a 17; y de poseer seis propiedades, con un valor de 21.9 millones de pesos, a 33 que superan los 300 millones de pesos, desde que el dirigente nacional del PAN inició en su carrera política en el año 2003.

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A la lista de beneficiarios de estas operaciones se suman hermanos, cuñados y concuños del político que aspira a ser postulado candidato presidencial.

No parece casual que durante el paso de Anaya Cortés por la secretaría de Gobierno, Donino Martínez pasó de administrar un hotel y tres restaurantes, a constituir cinco empresas inmobiliarias y comprar 16 propiedades y a tener participación en 16 empresas mientras que su esposa en 10.

En su declaración 3de3  Anaya dijo que  poseía el 50% de empresas como Cintla y el 42% de Juniserra.

Se trata de operaciones que a ojos de los panistas, son de lo más sano y limpio: con acceso a información privilegiada, compran propiedades municipales y estatales a precios bajos para luego vender caro, el mismo modus operandi del gobernador inmobiliario, Francisco Vega.

Una operación de esas le reportó ganancias de 43 millones de pesos a Anaya y sus secuaces, pues esa red de complicidades, abarca a los hermanos de su suegro,  Jesús, Manuel, Alonso, Mercedes Martínez y José Luis.

Este es el aspirante del PAN a dirigir el país, una mala mezcla entre Felipe Calderón que secuestra su partido para su propia conveniencia, y de Francisco Vega que con una mano hace negocios y con la otra dice que gobierna, y ya hemos visto los resultados en ambos casos: un país devastado por el crimen organizado y un estado rebasado por la inseguridad.

Con esta forma de gobernar  usando el poder para obtener ganancias  como prioridad, Ricardo Anaya se desenmascara como un político más que vive del presupuesto y de turbios negocios y si bien esconde la mano con la que roba no puede esconder la mano con la que gasta.