Río 2016 arranca entre música, arte, ecología y el rechazo a Temer

Por Pedro REPARAZ
El rotundo rechazo al presidente interino de Brasil, Michel Temer, samba y un atronador mensaje de ecologismo: los Juegos Olímpicos de Rio-2016, los primeros en Sudamérica, arrancaron oficialmente este viernes.
El exmaratonista Vanderlei Cordeiro de Lima, bronce en Atenas-2004, fue finalmente el encargado de encender el pebetero.
“Después de este maravilloso espectáculo declaro abiertos los Juegos Olímpicos de Rio”, dijo rápidamente Temer ante miles de espectadores.
Tras una noche de fiesta y un público entregado en el coliseo del Maracaná, los presentes dictaron sentencia y le bajaron el pulgar al presidente.
En un segundo plano durante toda la velada, Temer no fue presentado al principio junto al presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), Thomas Bach, como estaba previsto en el programa oficial, y articuló su frase deprisa antes de que los fuegos artificiales ensordecieran los gritos de los asistentes.
Temer sustituyó a Dilma Rousseff en mayo pasado, después de que la anterior presidenta fuera suspendida de sus funciones, y apenas tiene un índice de aceptación del 13% en el país, azotado por una grave crisis económica y política.
Con este panorama, solo 37 representantes extranjeros, entre ellos el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, y los presidentes francés y argentino, François Hollande y Mauricio Macri, quisieron acompañarle, la mitad que en Pekín-2008 (80) y Londres-2012 (70).
Durante la jornada, miles de manifestantes habían salido a las calles de Rio para mostrar su descontento con la organización de los Juegos y la gestión del propio Temer.

Verde que te quiero verde

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Sin excentricidades ni lujos, la imaginación, la música, la vasta cultura popular brasileña y el ecologismo como epicentro del mensaje olímpico de Rio-2016 se apoderaron del Maracaná desde el principio de la ceremonia.
“¡Terrícolas, reforestemos, salvemos el planeta!”, rezaban los creadores en su programa, lleno de referencias al cuidado y la protección del medioambiente.
Se apagaron las luces y “Aquele Abraço”, del inigualable Gilberto Gil, interpretada por el compositor Luiz Melodia, estrujó las almas de los espectadores en un escenario histórico. Si la Amazonia es el pulmón de Brasil, el Maracaná es el latido de sus corazones.
De la música al arte. De las leyendas de las partituras a los genios de la geometría, como Athos Bulcao. Por momentos, las ondas de Copacabana se trasladaron al estadio y el símbolo de la paz presidió el escenario, inspirado en las formas y curvas de Oscar Niemeyer, el maestro brasileño de la arquitectura moderna. Ecología, arte y pacifismo.
Temer decidió quedarse en un segundo plano e, instantes después, Paulinho da Viola, uno de los máximos exponentes de la música popular brasileña y el más destacado representante de la Escuela de Samba de Portela, entonó el himno nacional.

Gisele Bündchen, ‘La Garota de Ipanema’

Retrocediendo en el tiempo, el espectáculo se centró en el nacimiento de la vida, con especial énfasis en la Amazonia, el mayor espacio verde del planeta.
El nacimiento de la humanidad y la cultura brasileña en un país hecho de inmigrantes de cada rincón del mundo, con una gran habilidad para absorber culturas e integrarlas en la suya, formando una mezcla perfecta.
La selva como ejemplo máximo de la vida… pero el país es mucho más. Edificios y ciudades cosmopolitas dentro del Maracaná. Elementos antagónicos y encadenados por la geometría.
Y en Brasil no hay fiesta sin “La Garota de Ipanema”, representada por Gisele Bündchen, que desfiló prácticamente a oscuras hacia la imagen de Tom Jobim, padre de la bossa nova. Cuando se hizo la luz, su nieto, Daniel, apareció tocando tan representativa canción.
Gisele abandonó el campo dejando un rastro que se convertía poco a poco en varios de los trabajos más icónicos de Niemeyer, como la pequeña iglesia de Pampulha, la Casa das Canoas, la Catedral de Brasilia.

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El árbol de la vida

La ceremonia optó por romper esquemas y hacer de sus señas de identidad su arma más poderosa. Sin los medios económicos de Londres o Pekín, Rio optó por trasladar el Carnaval al Maracaná. Decidió cantar y bailar para entretener al mundo. No en vano, es la mejor haciendo fiestas al aire libre.
Pero celebrar no era suficiente. La organización quería transmitir un mensaje imperecedero. “Podemos contar con las herramientas que nos brinda la naturaleza para solucionar los problemas que hemos generado en el mundo”, afirmaban los creadores en el programa oficial.
Dicho y hecho. Cada atleta plantó una semilla de un árbol nativo de Brasil, el país del mundo con la mayor diversidad de árboles del mundo.
Las 11.000 semillas conformarán El Bosque de los Atletas, en Deodoro, un legado para la ciudad.
Grecia, como es habitual, abrió el desfile y el equipo de refugiados se llevó la ovación de la noche justo antes de que el Maracaná vibrara con la entrada de los suyos.
Gilberto Gil sucedió a Temer con una samba de carnaval y el misterio por fin quedó desvelado.
El exnúmero uno del mundo de tenis, Gustavo ‘Guga’ Kuerten, entró en el estadio con la antorcha, visiblemente emocionado, se la cedió a la exbasquetbolista Hortencia Marcari, plata en Atenas-1996 y Vanderlei Cordeiro de Lima encendió el pebetero.
El exatleta de 46 años saltó a la fama en Atenas-2004 donde, cuando iba liderando la prueba, fue atacado y retenido por un fanático exsacerdote irlandés, Cornelius Horan. El brasileño pudo ser liberado poco después por los espectadores y logró cruzar la meta en tercer lugar.
Tras innumerables jornadas marcadas por el dopaje de Estado en Rusia, los recursos de sus atletas, manifestaciones y mucha política, los Juegos estaban por fin abiertos.
“El sueño olímpico es ahora una maravillosa realidad. El mejor lugar del mundo es aquí, ahora. Hoy nuestro sueño se ha hecho realidad”, describió el presidente del Comité organizador, Carlos Nuzman.
1994-2016 Agence France-Presse