Rompiendo la zapatilla de cristal: ¿Dónde están las Coreógrafas?

NUEVA YORK _ “El ballet”, como dijo una vez el coreógrafo George Balanchine, “es mujer”.

Pero aun cuando las mujeres sigan siendo los símbolos del ballet en la imaginación popular, lo más probable es que las bailarinas interpreten pasos deslumbrantes y demandantes que fueron ideados para ellas por hombres. Cuando se trata de la coreografía, al menos en la mayoría de las compañías importantes, el ballet sigue siendo abrumadoramente un mundo de hombres.

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El Ballet de la Ciudad de Nueva York interpretó 58 ballets esta temporada, incluidos siete estrenos mundiales; y ninguno fue de una mujer. El Ballet Real de Londres tampoco interpretó ballets de mujeres esta temporada en su escenario principal en el Covent Garden y aún no ha comisionado una nueva obra de una mujer para el escenario principal en este siglo. En Moscú, el Bolshoi bailó más de dos docenas de ballets esta temporada, pero solo uno fue de una mujer, y solo parcialmente: “Short Time Together”, del equipo formado por Paul Lightfoot y Sol León. Y el Teatro de Ballet Americano presentó solo un ballet de una mujer esta temporada en Nueva York, “The Brahms-Haydn Variations” de Twyla Tharp.

Las mujeres siguen estando insuficientemente representadas en muchos puestos de poder en las artes, ya sea como directoras cinematográficas de Hollywood, directoras de orquesta, compositoras de ópera o incluso presentadoras de programas de televisión nocturnos. Pero la escasez de coreógrafas en las compañías de ballet importantes es quizá más asombrosa, dada la prominencia de las mujeres en el resto de los campos del ballet y la danza; y la forma en que las coreógrafas pioneras ayudaron a dar forma al ballet durante el siglo XX.

Piense en las obras neoclásicas influyentes que Bronislava Nijinska creó para los Ballets Rusos de Diaghilev en los años 20. O el papel que Ninette de Valois _ la bailarina, coreógrafa y maestra _ interpretó en el establecimiento del ballet en Gran Bretaña cuando, en 1931, fundó la compañía que eventualmente se convirtió en el Ballet Real. O la forma en que Agnes de Mille infundió el coloquialismo estadounidense en sus ballets y se convirtió en miembro fundador del Teatro del Ballet en 1940.

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En este siglo, sin embargo, se ha vuelto una especie de rareza que las compañías de ballet presenten nuevas obras de mujeres, como el Ballet Nacional Inglés se esforzó en hacer esta primavera cuando montó “She Said”, una triple presentación de nuevos ballets de coreógrafas.

“Me di cuenta de que, siendo bailarina profesional durante 20 años, nunca había interpretado un ballet coreografiado por una mujer”, dijo Tamara Rojo, directora artística de la compañía, quien comisionó las nuevas obras a Annabelle López Ochoa, Yabin Wang y Aszure Barton. “Y pensé: Eso es algo extraño”.

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Alexei Ratmansky es famoso en todo el mundo por sus ballets nuevos y su reinterpretación de antiguos. Christopher Wheeldon ha tenido éxitos con importantes compañías de ballet y en Broadway, donde dirigió y coreografió “An American in Paris”. Son parte de una nueva generación de creadores de la danza altamentedemandados, un grupo que incluye a Wayne McGregor, Benjamin Millepied, Justin Peck, Liam Scarlett y otros. Muchos han tomado residencias u otros puestos oficiales con compañías de ballet importantes.

Pero aunque el Real Ballet ha presentado obras de varias coreógrafas en los últimos años, han tendido a ser en su más pequeño Linbury Studio Theater, no en el escenario principal. La falta de mujeres que vean sus obras interpretadas se ha convertido en un tema de conversación en Londres. Kevin O’Hare, director del Ballet Real, indicó en un correo electrónico, que “las comisiones son sobre lo que encaja con la compañía, ya sea de coreógrafos o coreógrafas”.

Una de las coreógrafas más ampliamente interpretadas en el ballet es Tharp, que ha tenido éxito en muchos géneros: danza moderna y danza para Broadway, películas y ballet, a partir de su obra híbrida de 1973 “Deuce Coupe”. En 1998, hacia el final del periodo de Mijail Baryshnikov como director artístico del Teatro del Ballet, él convirtió a Tharp en la asociada artística y coreógrafa residente de la compañía, y aunque ese cargo no duró, su relación con la compañía sí lo ha hecho: ha dado los estrenos de más de una docena de sus obras.

El Ballet de la Ciudad de Nueva York ha comisionado más obras de mujeres desde 1983, cuando Peter Martins se convirtió en maestro en jefe de ballet ahí, que en décadas previas. Pero su escasez en los últimos años _ su último estreno de la obra de una mujer fue en 2011 _ ha provocado críticas. La próxima temporada, la compañía planea presentar nuevos ballets de López Ochoa y Lauren Lovette, una bailaría principal de la compañía, y Martins dijo que había estado hablando con la coreógrafa Crystal Pite sobre hacer algo para el Ballet de la Ciudad.

Una pregunta para el futuro es si hay suficientes oportunidades para que las mujeres se conviertan en coreógrafas; un puesto para el cual no existe un sendero profesional. Algunas compañías están analizando programas de capacitación. En el Instituto Coreográfico de Nueva York del Ballet de la Ciudad, fundado en 2000 para nutrir nuevo talento, solo una quinta parte de los participantes que han pasado por su programa han sido mujeres.

Pero el programa del taller de coreografía para estudiantes de la Escuela de Ballet Americano, la escuela asociada con el Ballet de la Ciudad, ha visto un aumento constante en la participación de las estudiantes en los últimos años: Hicieron 11 de sus 16 nuevos ballets el otoño pasado, un hecho que Martins llamó “muy alentador”.

Hacer las tres nuevas danzas de mujeres en “She Said” fue valioso, dijo Rojo, no solo porque las coreógrafas aportaron perspectivas sutilmente diferentes con sus obras, sino también por la experiencia que dio a los miembros de su compañía.

“Quería que las coreógrafas nacientes en mi compañía tuvieran un punto de vista diferente, tuvieran otra forma de trabajar, quizá, y tuvieran algunos modelos de rol que pudieran seguir si querían volverse coreógrafas profesionales”, dijo. “Para que no pensaran que era exclusivamente para hombres”.

Michael Cooper
© 2016 New York Times News Service