Rusia acusada de pirateo electoral, pero las pruebas son escasas

Rusia, y su presidente Vladimir Putin en particular, han sido acusados directamente por Estados Unidos de pirateo electoral, pero las pruebas que permiten identificar los autores de esos ciberataques son escasas.
Los problemas cibernéticos del campo demócrata tienen incluso preocupados a Alemania y a Francia, donde se celebrarán elecciones en 2017 y donde el tema de la influencia de Rusia crea cada vez más incertidumbre.
En Estados Unidos, el presidente Barack Obama acusó el jueves de forma oficial a Rusia y amenazó al Kremlin con represalias “públicas” y secretas.
Uno de sus consejeros más cercanos, Ben Rhodes, estimó que este pirateo informático no podía efectuarse “sin que Vladimir Putin lo supiera”.
– Lo que se sabe –
El escándalo estalló en junio, cuando CrowdStrike, una empresa estadounidense de seguridad informática, reveló que dos grupos de hackers, Fancy Bear y Cozy Bear, accedieron a los ordenadores del partido demócrata.
El primero se infiltró desde el verano de 2015 para interceptar todas las comunicaciones del partido, y el segundo buscó y robó, desde marzo de 2016, documentos relativos a Donald Trump.
Para CrowdStrike, no hay duda. Cozy Bear está vinculado a los servicios militares rusos de información (FSB). Un mes después de estas revelaciones, WikiLeaks empezó a publicar una parte de los correos internos del partido demócrata pirateados.
El 7 de octubre, las 17 agencias norteamericanas de información concluyen que el pirateo fue organizado en Rusia. En plena campaña electoral, van divulgándose casi a diario correos electrónicos de John Podesta, presidente del equipo de campaña de Hillary Clinton.
Las acusaciones prosiguen tras la victoria de Donald Trump y el Washington Post cita un informe de la CIA según el cual Rusia intervino en la elección del magnate.
El 12 de diciembre, el Congreso anunció que abría una investigación parlamentaria sobre las interferencias rusas en la elección presidencial. Tres días después, Barack Obama advirtió que habría “represalias” contra Moscú.
Desde el inicio del escándalo, Rusia niega todas las acusaciones.
– ¿Dispone Rusia de medios técnicos suficientes?
Herederos de la época soviética, cuando la URSS era líder en temas de espionaje económico, se puede decir que los hackers rusos tienen un gran talento.
El primer país a quien pasaron factura fue Estonia en 2007. Tras un desacuerdo diplomático, las principales páginas de internet del país báltico recibieron innumerables demandas informáticas, hasta dejarlas inutilizables. Un ataque sin precedentes que incluso dejó el número de urgencias inoperante durante más de una hora.
Ucrania y Georgia, que también mantienen tensas relaciones con Moscú, sufrieron igualmente ataques parecidos.
“Teniendo en cuenta la historia de Rusia en temas de ciberataques, pienso más bien que se trata de una coordinación de actores privados y del gobierno, con actores informales implicados, todos coordinados desde el más alto nivel”, explica a la AFP el jefe de la redacción de Agenta.ru, Andreï Soldatov.
Para este experto en los servicios de seguridad rusos y en cibercriminalidad, “el papel de estos servicios secretos no está del todo claro”.
Fancy Bear y Cozy Bear no tuvieron sin embargo que desarrollar grandes inventos para piratear las cuentas de los demócratas. Bastó un simple “phishing”, un envío de correos electrónicos haciéndose pasar por Google con un vínculo para instalar el programa espía.
– ¿Era el objetivo elegir a Trump? –
¿Pirateó Rusia al partido demócrata para lograr la elección de Donald Trump? Los expertos dudan de esta hipótesis.
El New York Times explica que “muchos responsables de los servicios de información –que habían sido responsables del equipo de campaña de Clinton– piensan que el primer objetivo de los rusos era simplemente perturbar la campaña y hacer caer la confianza en la legitimidad de los comicios”.
Para Andreï Soldatov, también existe un intento para debilitar a Clinton, considerada por el Kremlin como “una especie de enemiga jurada” desde que, siendo secretaria de Estado, respaldó las manifestaciones de después de las legislativas a finales de 2011.
“Pero no estoy seguro de que el principal objetivo fuera causar la elección de Trump. Esta gente del Kremlin son adeptos de las teorías del complot. Creen en los resultados electorales predeterminados”, agrega Andreï Soldatov.