Salió el peine…

La intención de la columna de este martes 12 de julio era abordar nuevos temas pero la referencia es obligada: la participación de Emanette Peniche en Uber no parece gratuita en momentos en que esta empresa es autorizada a operar en Tijuana, donde su padre Xavier Peniche Bustamante es el secretario de Desarrollo Económico de la ciudad.

El dato podría pasar desapercibido si no fuera porque en los últimos días los planeas se alinearon: todo comenzó con un enfrentamiento entre los taxistas amarillos y choferes de Uber y a partir de entonces, esta última ganó terreno entre la comunidad mientras que los amarillos refrendaron su papel de villanos de la película, un rol que ya anteriormente han jugado y lo han jugado tan bien que son repudiados por buena parte de los tijuanenses.

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Pero la participación de Emanette Peniche no parece casual, pues pese a que su cargo aparece solo como de Marketing Manager -términos pomposos para querer decir que es gerente de mercadontecnia-, detás de estos juniors casi siempre están agazapados los intereses de sus padres.

Caso similar fue el de otra joven, de no más de 20 y tantos años, Zarema Vega, hija del gobernador Francisco Vega de Lamadrid y quien se convirtió en empresaria del ramo gastronónomico hace unos años con el restaurante Bonaparte situado en una plaza comercial de la colonia Cacho.

Seguramente la joven Zarema juntó todos sus domingos y un bien día dijo “papá quiero abrir mi propio negocio”.

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“Andele mija, vaya y ponga su restaurante francés” le diría el mandatario, más ocupado en hacer bisnes que en gobernar Baja California.

Pero Zarema no resultó tan exitosa como Emanette. Su restaurante cerró al cabo de unos cuantos meses, y fue más célebre por los agarrones de greñas con la esposa de Javier Bátiz que por su aventura culinaria.

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El caso de Uber y los nombres Xavier y Emanette huele más al de Carlo Bonfante Olache cuyos buenos oficios le han dado a sus cuates cuantiosos recursos federales para apoyar sus empresas, e incluso las de su propia familia.

De nueva cuenta, todo queda en familia