Se rompe techo de cristal de Japón, pero no deja convencidas a algunas feministas

Makiko Inoue e Hisako Ueno contribuyeron con información.

TOKIO – La han llamado “ave migratoria”, “flor”, “Madame Cinta Transportadora Sushi” y – por un político dos décadas mayor que ella – “una mujer demasiado maquillada cuyo mejor momento ya pasó”.

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Muy poco de lo anterior parece molestar a Yuriko Koike, la primera gobernadora de Tokio, quien se sacude la mayor parte del inevitable sexismo que ha enfrentado durante sus 24 años en la política japonesa.

“Ser mujer es un poder potencial para mí”, dijo Koike, de 64 años de edad, con una serena sonrisa durante una entrevista en las oficinas del Gobierno Metropolitano de Tokio.

En su campaña y durante menos de dos meses en el cargo, Koike, ex titular de un noticiario de televisión y ministra de la Defensa que habla árabe con fluidez, ha demostrado una fuerte determinación para hacerle frente a la red de viejos muchachos que domina abrumadoramente la política japonesa.

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Cuando la rama de Tokio del Partido Liberal Democrático del Primer Ministro Shinzo Abe se negó a apoyarla en su postulación para gobernadora, Koike decidió hacerlo por cuenta propia. Obtuvo una victoria contundente, derrotando al candidato apoyado por los liberal demócratas, así como a varios otros.

La supervisión de una extensa metrópolis de casi 14 millones de habitantes y un presupuesto cercano al de Suecia ya hizo debutar a Koike sobre el escenario internacional, apareciendo en las ceremonias de clausura de la Olimpiada en Río de Janeiro, representando a la ciudad que será anfitriona de los siguientes Juegos de Verano en 2020.

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Ella es una de tres mujeres que han ascendido recientemente hasta la cima de altos puestos políticos en Japón en los últimos tres meses. Como Renho Murata, el nuevo líder del Partido Democrático, que es el mayor partido de la oposición en el Parlamento, y Tomomi Inada, el nuevo ministro de la Defensa, Koike será observada atentamente para ver si puede lograr el progreso de la causa de la igualdad de género en un país donde las mujeres luchan por alcanzar paridad en política, negocios y el hogar.

Koike puede ser un figura confusa para feministas, dado su respaldo de grupos ultraconservadores que creen que el lugar de la mujer está en el hogar y que se pronuncian por maquillar atrocidades japonesas durante la II Guerra Mundial, incluyendo el uso forzoso de “mujeres de consuelo” coreanas como prostitutas. Ella es un halcón político, a favor de la revisión de la constitución pacifista del país, así como de una participación mayor para las autodefensas del país, como se conoce a las fuerzas armadas de Japón.

Koike, hija de un ejecutivo de comercio petrolero que viajó frecuentemente a Oriente Medio en su infancia, estudió árabe y sociología en la Universidad del Cairo en Egipto.

Desplegó una vena rebelde desde temprana edad. En un episodio descrito en sus memorias de El Cairo, “Furisode, ascendiendo la montaña”, Koike decidió subir a una pirámide, lo cual es un acto prohibido. Cuando la policía amenazó con multarla, ella negoció con ellos para que redujeran la multa y siguió ascendiendo hasta el pico, donde se puso un kimono e hizo una olla de té verde bajo el intenso sol.

A su regreso a Japón, trabajó como intérprete antes de pasar a las noticias por televisión, donde entrevistó al dictador libio Moammar Gadafi y al líder palestino Yasser Arafat.

Mientras conducía una entrevista por televisión en 1992, Koike captó la atención de Morihiro Hosokawa, en esa época el fundador de un nuevo partido político en Japón, como un candidato prospectivo para el Parlamento. “Ella fue la única que formuló preguntas interesantes”, recordó Hosowaka. “Tiene buena mente política”.

Hosokawa, quien después pasó un breve periodo como primer ministro en 1993, dijo en broma que Koike era un “jiji goroshi”; literalmente, “asesina de hombres viejos”.

“Ella sabe dónde ceder”, dijo. “Ella no deja las cosas revueltas. Creo que lidiará bien con las cosas”.

El partido de Hosokawa se disolvió poco después de que él renunciara entre alegatos de actos impropios en finanzas tras solo ocho meses en el cargo. Posteriormente, Koike flotó entre unos pocos partidos, lo cual llevó a su caracterización como un “ave migratoria”, o “Madame Cinta Transportadora Sushi”.

Se quedó con los liberal demócratas en 2002, y bajo Junichiro Koizumi, en esa época el primer ministro, ella sirvió como ministro del Ambiente, acuñando el término “Cool Biz” para una iniciativa que exhortaba a los trabajadores a vestir ropa casual durante los meses de verano, para que los edificios de oficinas pudieran ahorrar en electricidad.

Como ministra de la Defensa durante el primer y breve mandato de Abe como primer ministro, Koike se pronunció por una participación más robusta para el ejército del país en asuntos internacionales. Además , ella salió en contra de la poderosa burocracia, orquestando la renuncia del viceministro de administración de la Defensa.

Abe renunció al cargo de primer ministro en 2007, y Koike se postuló por la dirigencia de los liberal demócratas al año siguiente, invocando tanto a Hillary Clinton como a Margaret Thatcher mientras declaraba ante reporteros que ella estaba intentando rajar la “placa de hierro” de Japón en contra de las mujeres. Perdió ante un hombre, Taro Aso, y su carrera dio la impresión de haberse estancado.

Cuando se postuló para gobernadora de Tokio este año, Koike a menudo llevó su campaña vistiendo una mascada verde brillante en la cabeza, jurando que llevaría rectitud financiera al gobierno de la ciudad. Prometió estudiar aumentos de costos en el presupuesto para la Olimpiada de 2020. Además, ella prometió reducir largas listas de espera para el cuidado diurno infantil, a fin de ayudarles a más mujeres a entrar en la fuerza laboral.

En una campaña caracterizada por ataques sucios, el comentario más sexista vino del ex gobernador de Tokio, Shintaro Ishihara, de 84 años de edad, quien insultó a Koike con declaraciones sobre su “denso maquillaje”.

Koike derrotó a su competidor más cercano por más de 1 millón de votos.

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Ella no perdió tiempo para acometer protegidos intereses de la ciudad. Un mes después de su elección, demoró una mudanza planeada para noviembre del mayor mercado de mariscos en el mundo debido a inquietudes de seguridad con respecto al nuevo sitio, que fue construido sobre una vieja planta productora de gas.

Algunos activistas de la mujer dicen que la capacidad de Koike para desafiar la estructura de poder masculino no pasa por encima de su desagrado político.

“Me gustaría apoyar sus políticas, como la reducción de la lista de espera para el cuidado diurno”, dijo Kuniko Funabashi, ex profesora de estudios de la mujer en la Universidad Wako en Tokio y presidente de la Delegación de Transparencia Beijing Japón, red de grupos femeniles de cabildo. “Sin embargo, me preocupa que ella sea demasiado excluyente”, dijo Funabashi, citando la promesa de Koike de revocar un alquiler de tierra pública para una nueva escuela destinada a residentes coreanos que viven en la ciudad.

“No íbamos a apoyarla solo porque es mujer”.

Koike es taimada con respecto a sus ambiciones en el futuro: cuando se le preguntó si quería convertirse en la primera mujer en el cargo de primer ministro de Japón, ella desdeñó la pregunta. “Acabo de convertirme en la gobernadora”, dijo.

Sin embargo, notó que en el ámbito nacional, las mujeres a menudo son obstruidas por hombres. “Algunas mujeres deberían ser las que tomen decisiones”, dijo. “O la que tome la decisión final”, agregó.

Motoko Rich
© The New York Times 2016