Algo tiene de hipnotizante el poder para los panistas que se empecinan en postular a sus esposas, novias, amantes a cargos de elección popular, ya sea a la Presidencia de la República, como posibles futuras senadoras, a la Cámara baja o a las gubernaturas y alcaldías, como si la preparación requerida fuera obra de la inseminación artificial.
Con la postulación de Gina Cruz, quien es esposa del secretario de Gobierno, Francisco Rueda, como candidata al Senado, y de la suplencia a cargo de Brenda Ruacho, esposa del gobernador Francisco Vega, el Partido Acción Nacional se suma a la tendencia de colocar en dichas candidaturas a sus parejas sentimentales.
Y nada malo tendría el asunto si dichas mujeres hubieran despuntado por sus propios méritos, pero ni siquiera eso tienen Claro que han brillado pero por los reflectores que tuvieron a lo largo de sus gestiones como primeras damas, ya sea del país o de estados como Baja California o Puebla.
Esposas, novias o amantes de senadores, gobernadores y hasta secretarios de Gobierno, son las aspirantes registradas del PAN. A nivel nacional esta tendencia se repite, con casos incluso como el de Isis Amaya Baltazar, amante del senador colimense Jorge Luis Preciado.