Más separadas que antes las familias divididas por el muro entre Tijuana y San Diego

Durante la última década, las familias mexicanas divididas por la barda divisoria entre México y Estados Unidos han tenido un espacio para intercambiar sus sueños en forma de actas de nacimiento o de rollitos de dólares, para inscribir a un hijo que se quedó en Oaxaca, o para ampliar una casa en Michoacán.

Es el parque de la Amistad, donde el espacio de más de 20 centímetros entre los barrotes permitía abrazarse, tocarse, besarse y hasta casarse, intercambiar cartas, recetas para surtirlas o medicamentos extranjeros. Sin embargo, desde el 27 de enero esta opción quedo cancelada con la colocación de una malla metálica que se adosó a los barrotes a fin de evitar el cruce de objetos y el contacto humano.

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Entre Tijuana y San Diego son frecuentes las familias divididas; no sólo por una barda, sino por un verdadero laberinto de intrincados pasajes que a veces desembocan en callejones sin salida: madres nacidas en territorio nacional que no pueden reunirse con sus hijos nacidos en California, deportados que dejaron hijos y esposas del otro lado de la frontera.

Dos de los casos más emblemáticos de hombres y mujeres que no pueden cruzar hacia Estados Unidos son las madres de los Dreamers, muchachos nacidos en territorio estadounidense y que fueron deportados a esta frontera por su condición de ilegales, y los veteranos que lucharon en diversas guerras y que por no “arreglar sus papeles”, como se dice vulgarmente a la acción de regularizar la ciudadanía, fueron expulsados a esta ciudad.

Dreamer Moms

Ser madre en Tijuana es aceptar que muchas veces los hijos son ciudadanos norteamericanos por nacimiento, pero que ellas deben esperar en territorio nacional a volver a reunirse con sus familias.

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Es el caso de las Dreamer Moms, o madres que sueñan, quienes cada fin de semana se acercaban a este pinto para poder tocar a sus hijos a través de la valla que separa a México de Estados Unidos en Playas de Tijuana.

Incluso, cada cierto tiempo se abría la puerta de hierro de un metro y medio por un metro 20, y las madres podían abrazar a sus menores; en otros casos, los hijos eran traídos a Tijuana por activistas como ‘Mary Galletas’, quien recoge este nombre por su actividad de entregar alimentos y galletas a los sectores más desprotegidos. Ahora, con el arribo de Donald Trump a la Casa Banca, es difícil que esa puerta metálica vuelva a abrirse.

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A bordo de una camioneta tipo van, ‘Mary Galletas’ ha logrado reunir a las mujeres QUE esperan en el desayunador del Padre Chava con sus niños que estudian.

“Son madres que han perdido la esperanza de volver a estar al lado de los suyos, que fueron deportadas, y que llegaron a esta ciudad con una estima muy baja, pero que han logrado superar el trauma de haber sido separadas de sus familias” dice.

Mujeres como Vicenta González, oriunda de Oaxaca pero residente de San José California desde hace más de diez años, confían regularizar su situación migratoria y volver a ver a sus hijos, Jacinto, de nueve años, y Mariana, de seis.

Para ella, como para muchas madres más, la economía en México no les permite reunir el dinero suficiente para demostrar solvencia y conseguir la aprobación de una visa de turista en Estados Unidos.

“Aquí me dedico a vender comida y a hacer cortes de pelo en el taller que imparten en el desayunador del padre Chava, y espero poder reunirme un día con mis hijos que hoy viven con una hermana” dice.

Como ella, muchas madres más han tenido que encontrar refugio en las colonias más pobres de Tijuana e incluso cooperan para pagar una renta de mil o $2000 en una ciudad donde un alquiler de un departamento apenas supera los $400 dólares.
Por ahora, las madres que sueñan festejarán el 10 de mayo lejos de sus hijos ya que en las escuelas de California el festejo se celebra el domingo 7 de mayo y la fecha pasará desapercibida para muchas de ellas.

Veteranos

Veteranos de guerra de Estados Unidos de origen mexicano que fueron deportados por fallas y delitos menores, se manifestaron en la garita de San Ysidro en demanda de su reingreso al país que defendieron en Irak, el Golfo Pérsico y hasta Vietnam.

En los últimos años, casi un millar de veteranos han sido deportados de los Estados Unidos a esta ciudad fronteriza por haber cometido faltas menores, a pesar de haber arriesgado sus vidas por esa nación, de acuerdo con la organización ‘Veteranos Desterrados’.

Ante las condiciones adversas que enfrentan en otros países y para estar más cerca de sus familias, llegarán a Tijuana más veteranos norteamericanos deportados, informó Rubén Robles, Veterano Deportado. “Nos hemos conectado con más deportados en otros países que se quieren venir para acá, para México; hay algunos creo que en Jamaica y en alguna parte de Arabia, los que están en el Oriente Medio los están escondiendo porque los mismos de ahí los quieren matar”, explicó.

El movimiento de Veteranos Deportados avanza en sus gestiones legales para volver a Estados Unidos. “Se ve mucho mejor que antes, ojalá más adelante consigamos otro lugar. Poco a poco hemos encontrado más deportados militares”, indicó. Por ahora, estos ex militares emprenden diversas actividades a fin de llamar la atención del país bajo cuya bandera pelearon y del cual fueron expulsados, en otros casos. “Pintamos una bandera de cabeza en el muro de Playas que significa que estamos en problemas, pidiendo ayuda a Estados Unidos…. Cuando uno está en guerra se pone la bandera de cabeza y se pone SOS que significa que necesitamos ayuda”, aseveró.

El muro

El pasado 27 de enero, el gobierno de Washington instrumentó la primer acción para el reforzamiento del muro entre México y Estados Unidos. Ésta tuvo lugar en Playas de Tijuana, donde, a los pilotes metálicos clavados en la arena y que fueron extendidos mar adentro hasta 50 metros, se les agregó una malla metálica que impide que las familias divididas por la frontera intercambien objetos.

El muro de pilotes metálicos de 6 metros de altura forma parte de una barrera de 90 metros a prueba de corrosión que sustituyó desde 2012 la valla metálica que ya se encontraba en ruinas.

El tramo formó parte de un cuerpo de 365 metros de extensión (de los cuales 274 fueron plantados en tierra y el resto mar adentro) como parte de un proyecto cuya construcción fue de 4.3 millones de dólares.

Hasta antes de esta construcción, la zona de Playas de Tijuana se había convertido en un punto de cruce de droga y de indocumentados, que eran transportados sobre lanchas, motos acuáticas y hasta tablas de surfear

A partir de la conclusión de la obra, varios connacionales han sido rescatados tanto por salvavidas del departamento de Bomberos de Tijuana como por elementos de la Border Patrol, a punto de perecer ahogados en el mar o atorados entre los pilotes metálicos.

La malla metálica refuerza este muro que ya había sido instalado desde hace 7 anos en esta frontera.