La misteriosa desaparición de Servando en Prime Wheel

Las tragedias registradas al interior de una planta maquiladora son un problema social que no puede quedar al margen de las regulaciones oficiales.

Juan arturo Salinas

El misterio que envuelve la desaparición de Servando Salazar Cano, el empleado de la maquiladora Prime Wheel que, según captaron las cámaras de la planta ubicada en el parque industrial Chilpancingo, entró pero nunca salió, ha levantado una larga lista de sospechas que la Secretaría del Trabajo no puede soslayar.

A no dudar que la industria maquiladora ha venido a representar una sólida fuente de trabajo para nuestra región, pero los costos son muy elevados y no precisamente en materia de ingresos para su mano de obra.

En efecto, cuentan con prestaciones, bonos que abultan sus sueldos semanales, y otras canonjías que hacen más llevaderos sus gastos, pero los ritmos intensivos y las condiciones laborales no son precisamente las más adecuadas.

Circula en redes sociales una versión que apunta a que el trabajador fue despedazado por una máquina y que sus restos fueron arrojados al drenaje, sin que los autores materiales de este encubrimiento supieran que dichos restos taponarían dicha red. Este es el razonamiento más lógico entre internautas y trabajadores en el caso de quien entró en una planta maquiladora y jamás salió, mientras que su auto sigue estacionado en el perímetro de Prime Wheel y su celular fue encontrado en una plaza comercial.

Dicha versión suena difícil aunque no imposible de aceptar, pero lo que verdaderamente llama la atención son las condiciones en las que laboran miles de trabajadores de esta y otras plantas ensambladoras (en el caso de Prime Wheel refieren de 5 a 6 mil empleados en diversos turnos).

“Nos dan 30 minutos de comida, debemos caminar 7 minutos para llegar al comedor y otros 7 de regreso, y aún debemos hacer fila para que nos sirvan los alimentos, lo que arroja unos 10 minutos aproximadamente para comer”, explica un empleado de la empresa.

Otros denuncian haber sido lastimados por rebabas de aluminio hasta en los ojos, lo cual refleja la falta de uso de equipo de protección, obligación tanto del trabajador como de la compañía, cuya propiedad es atribuida a empresarios chinos que residen en las inmediaciones de la plaza donde fue localizado el celular de Servando.

Otros trabajadores, o quienes incluso ya no laboran en esta o en otras plantas, denuncian fallas del equipo con que laboran, lo que ha provocado accidentes mortales o de gravedad, como fue el caso de un operador que perdió las manos cuando una máquina se cerró sobre sus extremidades por falta de mantenimiento, un hecho ocurrido en pasado, y del que no hubo mayor repercusión.

En pocas palabras, muchos accidentes, poco mantenimiento y hasta denuncias de descargas y de desechos, así como de tomas clandestinas de agua presuntamente cometidas por los ejecutivos de la empresa referida.

Nos queda en claro que este sector industrial es vital para la economía de Baja California, pero también que la Secretaría del Trabajo y los trabajadores -afiliados casi siempre a sindicatos blancos-, deben cuidar el entorno laboral antes de que se sigan registrando casos como este que por su calibre ha llamado la atención, pero también los accidentes que cortan de tajo el futuro de un padre, madre de familia o de un joven en la plenitud de su vida productiva.