Sin lujos, sin multitudes, sin dinero: el camino solitario hacia la gloria en el tenis

NUEVA YORK ⎯ Menos de media hora después de una aplastante derrota ante dos espectadores, Aleksandra Wozniak caminaba de un lado al otro en los pasillos del centro municipal de tenis en Dothan, Alabama, rogándole al representante de una aerolínea.

Wozniak, ex jugadora del top 25, esperaba permanecer más tiempo en el pequeño torneo, pero la derrota la obligaba a organizar de inmediato una conexión barata a las 6 de la mañana de vuelta a casa en Montreal. Una vez ahí, se prepararía de nuevo para el siguiente torneo pequeño una semana después en Charlottesville, Virginia, otra escala solitaria en un agotador tour de tenis de las ligas menores.

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En Dothan y Charlottesville, Wozniak, de 29 años de edad, competía junto a un estrato especial de jugadoras que luchan por salir de los desdeñados escalones más bajos del tenis. Entre esas jugadoras está Fanny Stollar, una imponente húngara de 18 años de edad con esperanzas de unirse a la élite del deporte.

Stollar y Wozniak están en etapas distintas en sus carreras. Una es una promesa en ascenso, la otra una veterana que busca regresar. Pero su objetivo ⎯ jugar regularmente en el WTA Tour de la Asociación Femenina de Tenis ⎯ es el mismo, y por ahora comparten una plataforma en el Circuito de Profesionales de la Federación Internacional de Tenis (ITF, por su sigla en inglés), el nivel juvenil del tenis profesional, donde los premios son demasiado pequeños para ganarse la vida.

“No es aquí donde quiero estar”, dijo Stollar a fines de abril en la pequeña área de descanso del Boar’s Head Sports Club en Charlottesville. “Pero tengo metas. Aquí es donde tengo que estar ahora para alcanzarlas”.

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Las jugadoras del Circuito de Profesionales compiten en lugares remotos con Dothan, Charlottesville; Andijan, Uzbekistán; y Yuxi, China. En cualquier momento dado, pudieran estar teniendo lugar 70 de esos torneos en todo el planeta, con más de 2,000 jugadoras que compiten desesperadamente por el dinero para pagar su hotel, o menos. El tenis distribuye unos 280 millones de dólares en premios cada año, pero 60 por ciento de esa cantidad va al 1 por ciento superior de los hombres en el ATP Tour (de la Asociación de Tenistas Profesionales) y las mujeres en el WTA Tour, según la ITF.

En el Circuito de Profesionales, habitualmente hay solo unos cuantos espectadores de pie al lado de la cancha, o sentados en sillas plegables. Quizá haya un par de jueces de línea, pero no chicos recogepelotas; las jugadoras recogen sus propias pelotas y toallas, y nadie sostiene una sombrilla sobre ellas.

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Los costos de viaje para las jugadoras pueden ser impactantes y la coordinación logística a menudo la realizan ellas mismas, añadiendo capas de trabajo y preocupación a una profesión demandante.

“Fui a Australia en enero y jugué tres torneos”, dijo Wozniak. “Me gasté 15,000 dólares”.

Wozniak recibió unos 6,500 dólares en premios antes de impuestos en esos eventos, incluida una derrota en primera ronda en el torneo clasificatorio del Abierto de Australia. (Serena Williams, la campeona, ganó aproximadamente 2.8 millones de dólares.) El viaje de Wozniak fue una pérdida neta. Lo mismo en Alabama, donde recibió 189 dólares antes de impuestos, menos la cuota de inscripción de 40 dólares, por supuesto.

Esta es una jugadora que alguna vez derrotó a Williams y se clasificó en el sitio 21 en el mundo en el verano de 2009. Después de una serie de lesiones, Wozniak cayó al lugar 322 a principios de julio, pero se niega a renunciar.

A fines de abril, Wozniak, Stollar y unas docenas más de mujeres se reunieron en Charlottesville para un evento en cancha de arcilla de 60,000 dólares, lo que significa que el total en premios concedidos a las jugadoras es de 60,000 dólares (un poquito debajo de la bolsa de 36 millones de dólares en el Abierto de Estados Unidos).

Hay varios niveles de torneo en el Circuito de Profesionales, que van de los 15,000 a los 100,000 dólares; todos sancionados por la ITF en conjunción con las federaciones de tenis locales. Pero están separados de los más lucrativos torneos del WTA Tour (o el ATP Tour en el lado masculino).

Todas quieren entrar en los eventos de la WTA, pero las jugadoras deben primero alcanzar cierto ranking, y para hacerlo recurren al Circuito de Profesionales.

Stollar llegó a Charlottesville dos noches antes del torneo y se alojó en una casa privada en las afueras de la ciudad universitaria, junto con su amiga y también jugadora Usue Arconada, de 18 años de edad. También se alojaron juntas en Dothan.

El sistema de alojamiento ⎯ miembros del club a menudo ofrecen sus casas a las jugadoras ⎯ es gratuito. Pero las mujeres se encontraron en una casa fría y remota en el bosque, así que al día siguiente Stollar reservó para ambas una habitación de hotel, dividiéndose la cuenta para reducir costos.

Ese día, Stollar tomó un auto Uber hacia el club, donde se reunió con Federico Rodríguez, su entrenador en ese entonces, para practicar. Clasificada en el sitio 205 a principios de julio, Stollar había ascendido rápidamente 86 lugares en los rankings al nivel más alto de su carrera en el 201 después de que su familia contrató a Rodríguez, un entrenador altamente respetado.

En abril, Stollar obtuvo su victoria más significativa hasta la fecha, al derrotar a Elena Vesnina, clasificada en el sitio 14 en ese momento, en un evento de la WTA en Charleston, Carolina del Sur. Pero la asociación con Rodríguez terminó en junio, cuando Stollar, después de algunas dudas y la intervención de su madre, contrató a Adam Altschuler para que le ayudara a prepararse para el evento clasificatorio de Wimbledon.

Debido a la promesa que representa y a su edad, Stollar tiene todas las cosas que Wozniak no tiene, incluyendo un entrenador que la acompaña en los viajes, un agente de tiempo completo en Matthew Fawcett de Creative Artists Agency, patrocinios de Nike y Babolat, y una contribución financiera simbólica de la federación de tenis húngara.

La madre de Stollar, Yvette Varga, y su padre (y primer entrenador), Tibor Stollar, alguna vez manejaron toda su planeación logística. Elegían los torneos en que jugaba, organizaban su agenda y planeaban vuelos, trenes, hoteles y alimentos. Ahora, Varga simplemente maneja los vuelos mientras Fawcett reserva el hospedaje; a menos, por supuesto, que su cliente lo ignore y reserve un hotel.

“Hacía demasiado frío”, dijo Fanny Stollar de la vivienda en Chalottesville. “Estábamos temblando”.

Empezando de cero

Una perdedora de primera ronda en la frondosa Charlottesville se lleva a casa solo 533 dólares, apenas lo suficiente para cubrir un boleto de avión; es decir, si la jugadora es lo suficientemente adinerada para volar. Elena Bovina, una rusa anteriormente clasificada en el sitio 14, está intentando regresar y condujo su minivan durante trece horas y media desde Dothan hasta Charlottesville. No sorprendentemente, después de su agotadora travesía, perdió en la primera ronda de clasificación, y no ganó nada.

Como Stollar, Wozniak viaja en avión, pero lo hace todo sola. No hay entrenador que la acompañe en los viajes, agente o asistente con quien compartir la carga, que la apoye en las noches solitarias en ciudades diminutas, celebre un gran triunfo o solo le ayude a cargar el equipaje.

Hasta mayo, cuando Iris the Visual Group, en Montreal, renovó un modesto contrato de patrocinio para pagar vuelos y hoteles, Wozniak no tenía apoyos significativos, y ya no recibe dinero de la federación de tenis de Canadá.

Alguna vez lo tuvo todo, pero cuando sus rankings se desplomaron, el apoyo monetario se evaporó en su mayor parte. Ahora pasa tanto tiempo organizando sus viajes y finanzas como trabajando en su volea.

Antes de su partido de primera ronda en Charlottesville, Wozniak se sentó ante el mostrador del club y se preparó para la competencia no haciendo estiramientos o meditando, sino decorando el encordado de su raqueta de acuerdo con su reciente contrato con Yonex, el fabricante que le provee de raquetas, cuerdas y un bolso rojo para portarlas.

Wozniak rebuscó y encontró un esténcil de plástico, lo colocó sobre las cuerda de su raqueta, luego tomó un grueso marcador negro y coloreó el logotipo de Yonex mientras charlaba amablemente.

“No puedes olvidar hacerlo o perderías tu contrato de patrocinio”, dijo.

Las cuerdas de una raqueta pueden ser otro costo oculto. Cada torneo ofrece un experto en encordado, pero el encordado cuesta 20 dólares por raqueta. Wozniak dijo que llevaba a cada torneo seis raquetas y 30 carretes de cuerda de poliéster, también ofrecidos gratuitamente por Yonex. Hasta este año con Yonex, estaba gastando 90 dólares por paquete por cuerdas de tripa y encordaba entre tres y seis raquetas por partido.

Wozniak puede detallar todos los aspectos de su rutina y enumerar cada gasto.

David Waldstein
© 2017 New York Times News Service