SpaceX, la compañía de Elon Musk, realizó hoy el primer vuelo de prueba del cohete Super Heavy acoplado a la nave Starship en las instalaciones de Boca Chica, Texas. A pesar de que el lanzamiento se retrasó 40 segundos para realizar comprobaciones, el vuelo acabó en una “desintegración no programada” al separarse la nave del cohete inferior que la impulsaba. La compañía consideró el evento un éxito, ya que permitirá mejorar la fiabilidad de Starship para futuros lanzamientos.
La pérdida económica para SpaceX no se ha revelado, pero se estima que el coste de desarrollo de Starship asciende a unos tres mil millones de dólares y se espera que el coste final cuando se fabrique en serie se reduzca a unos 10 millones de dólares por ser reutilizable.
Starship es un elemento clave de la nueva carrera espacial de Estados Unidos hacia la Luna, y se espera que la nave reutilizable lleve a la superficie lunar a los primeros astronautas en más de 50 años. El fallo de hoy podría retrasar la fecha de la misión, que está programada para 2025.
Elon Musk ya había advertido de que existían “un millón de razones” por las que la prueba podía salir mal, y señaló que si veían algún riesgo abortarían el intento. A pesar del resultado del lanzamiento, SpaceX ha logrado alejar el cohete lo más posible de la plataforma de lanzamiento, lo que se considera un éxito.
