La petición de un aumento de tarifa está en puerta: el sector transportista advierte que no puede más frente a los gasolinazos, el IVA al 16 por ciento, la paridad precio dólar que se traduce en refacciones y unidades más caras, y hasta la competencia desleal de Uber.
Desde 2011 y principios de 2012, los transportistas no han recibido luz verde para aplicar un nuevo aumento y por consiguiente su margen de ganancia es cada vez más estrecho.
Ocurre lo mismo que con los empresarios gasolineros; ni unos ni otros están en la inopia como muchos ciudadanos o micro empresarios, pero se benefician con la venta por volumen, ahí está su ganancia.
Algunas empresas como Altisa ya se hicieron justicia por su propia mano y aplicaron aumentos tarifarios sin la autorización oficial para ello. Algunas empresas ya comienzan a ser multadas por Transporte y Vialidad cuyo director, José Luis Hernández Silerio, advirtió que se remolcarán unidades.
Se entiende que un aumento de tarifas le pega al bolsillo del usuario en más de un peso. Tranquilamente, el ajuste de un peso por cada viaje, para una familia de al menos 4 personas, puede llegar hasta los 16 pesos diarios que suman 80 pesos semanalmente.
El gobierno de la ciudad debe dar una revisión seria al caso sobre todo en estos momentos en que la famosa ruta troncal está por entrar en marcha, y todo parece indicar que las taifas seguirán siendo un talón de Aquiles.
