Mientras los residentes de Texas abordaban ventanas, almacenaban suministros y evacuaban sus casas antes del huracán Harvey del viernes, Washington se preparó para lo que se estableció como el primer gran desastre natural enfrentado por el gobierno de Trump.
Donald Trump habló con los gobernadores de Texas y Louisiana el jueves, anticipando la llegada a la costa de Texas de lo que fue confirmado el viernes como un huracán de categoría 3.
Los huracanes se clasifican en una escala de 1 a 5 basada en la velocidad del viento. Harvey es, por lo tanto, la tormenta más poderosa que golpea a los Estados Unidos desde que Wilma golpeó a Florida en 2005. A principios de ese año, la administración Bush ofreció una respuesta calamitosamente inadecuada al huracán Katrina.
Se esperaba que el huracán Harvey llegará a tierra cerca de Corpus Christi el sábado, luego potencialmente enrollara la costa hacia Houston y se detendría por días, causando lluvias sostenidas y causando grandes inundaciones en la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos y áreas circundantes. Los meteorólogos advirtieron sobre el aumento del nivel del mar y 25 o más lluvias en algunas áreas.
Greg Abbott, el gobernador de Texas, dijo en un comunicado que Trump había “prometido todos los recursos disponibles del gobierno federal para ayudar en la preparación, y los esfuerzos de rescate y recuperación”.
El viernes, el presidente twitteó una foto de sí mismo en la Oficina Oval, siendo informado por los ayudantes clave. Uno de esos asistentes, el asesor de seguridad nacional y contra el terrorismo Tom Bossert, dijo más tarde a la prensa de la Casa Blanca que los preparativos para la tormenta eran “hasta el callejón del Presidente Trump”. También se anunció que Trump probablemente visitaría Texas a principios de la próxima semana.
Con información de The Guardian
