El presidente Trump ha optado por no matar el acuerdo nuclear de Irán, sino que ha invitado al Congreso a poner nuevas condiciones en el cumplimiento de los EE.UU., lo que podría poner en peligro su supervivencia futura.
La nueva y más dura política de la administración sobre Irán parece ser un compromiso desordenado entre un presidente decidido a borrar el legado diplomático de su predecesor y sus altos funcionarios y aliados de Estados Unidos que han tratado de preservar el acuerdo como una forma de evitar un nuevo problema nuclear en el Medio Oriente.
Bajo ese compromiso, Trump hará un discurso el viernes repudiando el acuerdo, conocido como el Plan Integral de Acción Conjunto (JCPOA), pero no pedirá su abrogación. En su lugar dará al Congreso la oportunidad de “arreglarlo” endureciendo sus términos.
Las implicaciones de ese enfoque no están claras. Los otros signatarios del acuerdo nuclear de Irán, entre ellos tres aliados europeos, Rusia, China e Irán, han dicho que la renegociación es imposible.
En otra señal de compromiso, los planes para declarar al Cuerpo de Guardianes Revolucionarios Islámicos de Irán (IRGC) una organización terrorista parecen haber sido abandonados a la hora undécima. En su lugar, los miembros del IRGC y las compañías de la fachada sospechosos de suministrar armas y fondos a los militantes de la región serán sancionados por separado.
También se hará un esfuerzo para negociar con los aliados estadounidenses un nuevo conjunto de sanciones multilaterales contra Irán para su programa de misiles balísticos.
Con información de The Guardian
