La pujante e impecablemente liberal ciudad de West Hollywood dio un golpe rotundo, aunque simbólico, contra Donald Trump cuando votó el lunes por la noche para eliminar a la estrella del presidente del Paseo de la Fama de Hollywood.
Hubo, sin embargo, un inconveniente.
Si bien la estrella no está lejos de West Hollywood, no está, de hecho, en West Hollywood. Y la votación -después de una ruidosa reunión pública en la que las acciones del consejo fueron elogiadas por un hombre acusado de vandalismo por demoler la estrella de Trump con un pico- desató un torrente de invectivas por parte de los fanáticos del presidente, así como angustia por prioridades mal ubicadas en ambos lados del pasillo político.
Los redactores liberales señalaron que la resolución no decía nada sobre Bill Cosby, Kevin Spacey y otros acusados de comportamiento sexual abusivo cuyas estrellas permanecen intactas. Los conservadores alternativamente expresaban disgusto y se frotaban las manos con alegría ante las posavasos del oeste que hacían exactamente lo que a los conservadores siempre les gusta acusarles de hacer: buscar censurar, desterrar y eliminar el material que consideran ofensivo a pesar de su adhesión nominal a la libertad de expresión.
“Para mantener una acera nivelada”, la personalidad de la televisión y fiel incondicional de Fox News, Geraldo Rivera tuiteó con acidez, “supongo que todas las otras estrellas exhibidas recibirán las mismas revisiones de personajes y antecedentes para determinar si sus estrellas también merecen mutilación y destierro. ”
El problema más inmediato fue la falta de jurisdicción de West Hollywood. Si bien la resolución, aprobada por unanimidad, ofrecía una lista de los pecados de Trump, desde su tratamiento de las mujeres hasta su separación de las familias inmigrantes en la frontera, no podía hacer más que instar a las autoridades pertinentes, la Cámara de Comercio de Hollywood y la ciudad de Los Ángeles, para hacer lo que no pudo.
Con información de The Guardian
