Última parada en gira mundial de Trump trae incertidumbre y riesgo

Para Trump, un presidente que premia la química personal, un día y medio enclaustrado con los líderes de las seis principales economías capitalistas en la ciudad costera de Taormina podría parecer atractivo – incluso si marca un descenso comparado con Mar-a-Lago.

Pero nadie sabe lo que Donald Trump, que llega al final de una agotadora gira de una semana, llevará a la cumbre mundial. Los foros multilaterales no parecen ser su hábitat natural: es poco probable que se interese por los densos comunicados finales que estas reuniones tienden a producir; y que en gran parte no son leídos por nadie más que por los funcionarios que trabajaron en todos los párrafos ambiguos.

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Hay pocos acuerdos específicos que se deban hacer, sólo puntos de vista francos para ser intercambiados y entendimientos alcanzados. El formato es deliberadamente informal, si no no estructurado. Y la ausencia de Rusia y China puede hacer que Trump cuestione la relevancia del G7.

Además, la perspectiva de que Trump esté totalmente solo con sus seis interlocutores causará ciertamente palpitaciones entre los funcionarios que escuchan la discusión en los auriculares en una habitación contigua.

Pocos pueden predecir el curso de su conversación, el lapso de su concentración o qué secretos de estado podría divulgar.

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El riesgo es que – en una variedad de temas del programa – Trump se encuentre en el G1. Es probable que sus seis colegas, con diferentes grados de énfasis, deseen cambiar sus instintos sobre el cambio climático, el proteccionismo, el tratamiento de los refugiados y las ideas novedosas como un impuesto sobre la web a las gigantescas empresas de tecnología. Japón buscará una estrategia más dura sobre las ambiciones nucleares de Corea del Norte.

Según los diplomáticos, los líderes han estado intercambiando puntos de vista sobre la mejor manera de involucrar a Trump, o localizar las verdaderas figuras de influencia en la Casa Blanca.

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Con información de The Guardian