UNA CIUDAD VIBRANTE CELEBRA LAS BENDICIONES DE GANESH

BOMBAY _ La pareja se acercó a la estatua de 4.3 metros del dios Ganesh, con las manos dobladas y creyendo con todo el corazón en los poderes de alguien que quita los obstáculos.

Habían visto la prueba de ello dos años antes, dijeron, cuando rezaron durante el festival a Ganesh para que se embarazara su hija. Ahora, ella, quien vive en Gran Bretaña, tiene un hijo.

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Quizá no tan milagroso, pero lo suficiente para convencer a la pareja, Farida y Jimmy Balsara, que ni siquiera son hindús. Cada año, junto a decenas de millones en los festivales callejeros por toda la India, celebran el poder de Ganesh, el Dios con cabeza de elefante al que han adoptado algunas de las otras religiones del país. El festival es particularmente popular en Bombay, la megápolis de 20 millones de habitantes que es la capital industrial y fílmica de la India, donde comenzó en el siglo XIX como una protesta en contra del colonialismo.

Y, así, los Balsara, quienes, al ser parsis son seguidores del profeta iraní Zoroastro, están entre la muchedumbre que reza para recibir las bendiciones de Ganesh. La gigantesca estatua de escayola del Dios ante ellos es la más famosa en Khetwadi, uno de los barrios más antiguos y más densamente poblados de Bombay, cerca de donde se celebró por primera vez el festival.

Casi cada callejón presenta a otro Ganesh más, extremadamente decorado y venerado con gran ardor. Sin embargo, es frecuente que éste, el de Jetwadi Cha Ganray o el Ganesh de Jetwadi, gane premios por ser el más hermoso. Esa fama atrajo a los Balsara y a miles más el 14 de septiembre, el último día antes de que la deidad se uniera a unas 50,000 estatuas más de toda la ciudad en una procesión de muchedumbres danzantes que se dirigía al océano, donde los ídolos se bajaron suavemente al agua.

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Ya se han tirado más de 160,000 estatuas de Ganesh en las vías navegables de la ciudad, algunas de apenas un tercio de metro de altura, a las que se veneraba en los hogares; otras, de unos nueve metros de altura, las que pagaron políticos y empresarios para ser el centro de veneración y júbilo en el festival.

El culto a un elefante en el subcontinente indio se puede rastrear a cerca del 325 a.C.; Ganesh se convirtió en parte del panteón hindú más o menos en el siglo V, y, luego, lo absorbieron el budismo y el jainismo en los siglos que siguieron.

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Shivaji, un gobernante cuyo nombre llevan la estación del ferrocarril y el aeropuerto de Bombay, propagó el culto a Ganesh en el siglo XVII para que llegara a una población más amplia en su reino, en el occidente de la India. A finales del siglo XIX, después de que los británicos prohibieron las reuniones políticas, a un dirigente del movimiento por la independencia de la India, se le ocurrió la idea de propagar el sentimiento nacionalista organizando un festival callejero en torno a Ganesh.

Dos seguidores de ese dirigente, Bal Gangadhar Tilak, vivían en Keshavji Naik, un “chawl” o complejo habitacional con departamentitos de tres habitaciones a lo largo de corredores al aire libre, un diseño común de vivienda de clase media en ese entonces en Bombay, y que todavía se utiliza hoy día. El festival de Ganesh se empezó en ese “chawl” en los 1890.

“El objetivo era crear un despertar en contra del régimen británico entre la gente”, dijo Madhukar Keshav Dhavalikar, quien fuera profesor de arqueología y director del instituto Deccan College Post-Graduate and Research en Pune, India.