Una fosa en un desierto de Irak, convertida en “lugar de muerte”

Es una fosa perdida en un desierto iraquí al sur de Mosul. El grupo Estado Islámico (EI) la convirtió en un “lugar de muerte”, relatan los habitantes apenas liberados del yugo de los yihadistas.

La leyenda local cuenta que la caída de un meteorito provocó en la Tierra esta grieta conocida como ‘Jasfá’ (‘grieta’, en árabe).

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El lugar alberga hoy una de las mayores fosas comunes de Irak, después de que el grupo yihadista EI lo convirtiera en un lugar de ejecuciones, según los habitantes de la región.

En 2014, el grupo radical se apoderó de amplios territorios en el norte y el oeste de Irak antes de perder parte de ellos, entre estos la región de Jasfá, ante la contraofensiva de las fuerzas gubernamentales.

Los yihadistas “llevaban a sus víctimas con los ojos vendados y las manos atadas por la espalda. Los ponían de rodillas, frente a la fosa, les disparaban en la cabeza, y los empujaban al hueco”, relata Mohamed Yasin, un hombre de 36 años que reside en la localidad vecina de Hamam al Alil.

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“La gente empezó a tener miedo de este lugar, se convirtió en un sitio de muerte, de ejecución”, rememora.

– Saltar a la fosa –

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Husein Jalaf Hilal, a quien el grupo EI reprochaba que curase a gente con prácticas ancestrales, es uno de los supervivientes de Jasfá, situado a unos diez kilómetros de Mosul.

“Vinieron a mi casa. Me vendaron los ojos y me ataron las manos por la espalda. Luego me metieron en un coche”, cuenta este hombre de 73 años a la AFP.

“Me llevaron ahí para darme miedo, querían que les declarara mi lealtad”, cuenta.

Después, los yihadistas alinearon a los hombres de 15 en 15, y los obligaron a lanzarse a la fosa tras haberles hecho tragar “píldoras”, añade.

Husein Jalaf Hilal les pidió un poco de tiempo para demostrar su lealtad. Fue encarcelado.

La organización Human Rights Watch (HRW) ha podido ver imágenes por satélite que sugieren que la fosa está llena.

Algunos habitantes de la zona informaron a la AFP de que el grupo EI había echado al interior piezas de coches oxidadas y contenedores, antes de recubrirlos con tierra utilizando buldóceres, todo ello con el objetivo de esconder sus crímenes.

Hoy, un mes después de que el grupo EI dejara el lugar ante el avance de las fuerzas iraquíes, unos periodistas de la AFP constataron que la fosa está casi llena, hasta la superficie. Un hueco más profundo puede verse en el centro de la fosa.

La región, donde patrullan las milicias paramilitares progubernamentales del Hashd al Shaabi, está repleta de artefactos explosivos dejados intencionalmente por los yihadistas.

“Cementerio de mártires”

“Es un lugar en el que se siente la tristeza”, dice un miliciano del Hashd, Abu Ahmed Hasani. “Uno piensa en todos los iraquíes de todas las confesiones que han sido ejecutados aquí. [Los yihadistas] han matado a niños, a ancianos, a mujeres”, se lamenta.

Asimismo, la fosa se ha cobrado vidas aún después de que el grupo EI abandonara la región.

El sábado, una periodista kurda que cubría la batalla de Mosul, así como tres miembros del Hashd, murieron a causa de la explosión de un artefacto explosivo cerca de la fosa.

HRW desea que el Gobierno iraquí, que tiene un equipo de investigación especial sobre fosas comunes, garantice la seguridad en el lugar y empiece las excavaciones.

No existe ninguna estimación de momento sobre el número de cadáveres que podrían encontrarse en la fosa. “La gente que hemos entrevistado habla en general de 4.000” cuerpos, una cifra imposible de verificar, según Belkis Wille, investigadora de HRW.

Hasani, el miliciano del Hashd, considera imposible desenterrar todos los cuerpos. “Cubrámoslos completamente y transformemos el lugar en un cementerio para todos los mártires iraquíes”, propuso.