Urge cambiar el modelo ante el fracaso de la guerra contra las drogas, coinciden especialistas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La guerra contra las drogas, tanto en México como en Estados Unidos, ha resultado un fracaso, por lo tanto deben establecerse metas claras para implementar el modelo que mejor convenga en cada caso, destacaron especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
En México, subrayaron, los indicios y datos hablan de la catástrofe que ha significado, pues no ha dado resultados en materia de salud ni de seguridad con respecto a lo que ocurría hace diez años, cuando nos lanzamos sin un diagnóstico claro y sin objetivos explícitos a esta lucha que no tiene sentido.
De acuerdo con un comunicado difundido por la UNAM, en la conferencia magistral “Hacia una mejor política de drogas: lecciones de una experiencia práctica”, Alejandro Madrazo, del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), opinó que en México el modelo más razonable de legalización de la mariguana podría ser el monopsonio estatal.
Es decir, que el Estado compre toda la cosecha y distribuya a todos los puntos de venta. Eso permite concentrar y controlar la información completa del mercado y realizar funciones de regulación.
Una medida necesaria para revertir la situación actual de crisis institucional y de epidemia de violencia es pasar a mercados regulados de drogas. “Nuestra capacidad de perseguir, prevenir y castigar delitos nunca va a ser suficiente mientras desperdiciemos recursos en meter a la cárcel a poseedores de mariguana. Y sobre todo es importante tomar una decisión lo más pronto posible”, dijo.
Luis Astorga Almanza, del Instituto de Investigaciones Sociales, cuestionó cómo lograr la instrumentación de un modelo como el que se aplica de Colorado, Estados Unidos, en una nación con instituciones sumamente débiles como México.
En nuestro país, apuntó, las organizaciones criminales son muy fuertes y poseen una diversificación de drogas con las cuales negocian, y donde el mercado de la mariguana no es el principal, sino el de la cocaína.
Pensar que legalizarla significa un golpe fuerte a las organizaciones criminales no es realista, pero sí lo es pensar en la cantidad de gente que potencialmente no iría a la cárcel por consumo o posesión simple de cierta cantidad de mariguana, sostuvo.
María Elena Álvarez-Buylla, del Instituto de Ecología de la UNAM, recordó que la empresa Monsanto creó en 2015 la primera variedad de mariguana genéticamente modificada para hacerla más potente o resistente a algunos herbicidas.
Ante eso se ha planteado que los transgénicos se moverán a través de semillas y polen y llegarán a acumularse sin control en las plantas que no son genéticamente modificadas.
La liberación al ambiente de cultivos transgénicos que no pueden contenerse en los sitios donde son inicialmente aprobados deriva en problemáticas socio-ambientales profundas. Además, habría implicaciones para la salud, añadió la experta.
Por su parte, la abogada general de la UNAM, Mónica González Contró, mencionó que los derechos de niñas, niños y adolescentes han estado ausentes del debate sobre las políticas de drogas.
Se les identifica como un grupo al que hay que proteger del consumo, cuando las implicaciones de la política en la materia van mucho más allá de que puedan consumir o no, puntualizó.
En el auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades, Andrew Freedman, director de la Coordinación de Mariguana del estado de Colorado, habló de los pros y contras de la legalización de esa droga en ese estado de la Unión Americana, donde se puede usar de forma recreativa a partir de 2013.
Hoy se cuenta con una industria más o menos reglamentada; el producto se entrega en un paquete que no puede abrir un niño. Cada planta tiene una etiqueta electrónica que emite una pulsación de radio. De ese modo “sabemos en dónde está cada onza”.
Desde entonces, explicó, el consumo no ha cambiado. La cannabis sativa se usa de la misma forma que antes. Tampoco se ha visto que las muertes en carreteras hayan aumentado por esa causa; en general, se han mantenido igual.
No obstante, reconoció, hay algunas tendencias preocupantes, como el aumento de las hospitalizaciones por su uso; por ejemplo, la que es comestible se puede consumir en exceso y crear problemas de psicosis inducida. También se han registrado casos de consumo en niños menores de nueve años –alrededor de 15 a 25 hospitalizaciones al año– que la han ingerido porque piensan que es un dulce.
El encuentro fue organizado por la UNAM y el Instituto Aspen en México, y moderado por el exrector Juan Ramón de la Fuente.