Usos medicinales de los ajolotes en México

Mérida, Yucatán. – Las salamandras del género Ambystoma son los organismos con la mayor capacidad de regeneración celular entre los vertebrados, pero poco se sabe acerca de las diferentes aplicaciones que han tenido en la medicina tradicional mexicana.

En el marco del X Congreso Mexicano de Etnobiología, realizado en Mérida, Yucatán, Tzintia Velarde Mendoza, Arturo Argueta Villamar y Gimena Pérez Ortega presentaron los estudios etnofarmacológicos realizados en torno a las especies Ambystoma mexicanum y Ambystoma dumerilii, conocidas respectivamente como axolotl y achoque.

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Arturo Argueta Villamar, investigador titular del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (CRIM UNAM), señaló en entrevista que el proyecto ha seguido varias etapas.

La primera se desarrolló con Ambystoma dumerilii en la ciudad de Pátzcuaro, Michoacán, y la segunda con Ambystoma mexicanum en la delegación de Xochimilco, Ciudad de México. Actualmente, se desarrolla la tercera etapa con otras especies del género que se encuentran distribuidas en el eje volcánico que comprende las regiones del Estado de México y Puebla.

“Nos ha interesado porque es una especie altamente significativa en términos culturales pero también tiene grandes usos por las poblaciones ribereñas de las zonas lacustres en aplicaciones medicinales, alimenticias y también como recurso nutricional en casos extremos, como el periodo después del parto, alimento para niños en estado de desnutrición y para ancianos que están perdiendo su vigor físico”, apuntó Argueta Villamar, quien está adscrito con nivel I al Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

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A pesar de ser consideradas como un recurso de uso ancestral por los pueblos indígenas de estas regiones —que se mantiene hasta la actualidad—, estas especies se encuentran en peligro crítico de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

“A partir de todos estos antecedentes y sus usos potenciales queremos incidir en su defensa, conservación e impulsar la continuidad de su uso”, señaló el investigador.

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Importancia etnozoológica

Tzintia Velarde Mendoza señaló que el trabajo inició desde sus estudios de licenciatura bajo la asesoría de Arturo Argueta Villamar, a partir de lo que empezaron a conocer cómo la gente concibe estos organismos, qué tanto conocen de ellos y cuáles son los diferentes usos que se les dan, con el interés de fortalecer el conocimiento y la conservación de la biodiversidad por parte de las poblaciones locales.

De 2009 a 2012, se realizó una amplia muestra de entrevistas con personas de cinco a 90 años, tanto hombres como mujeres. Durante este periodo, se registraron las prácticas culturales en torno al achoque en Pátzcuaro, teniendo como resultado la importancia ecológica y cultural que se otorga a la especie que, hasta ese momento, carecía de registros etnozoológicos.

“Hubo mucho trabajo en términos de observación del uso de la especie a través de su venta en los mercados o su consumo en las casas habitación y también entrevistas a fondo con pescadores y con gente que se dedicaba a extraerlo o a comercializarlo”, apuntó Argueta Villamar.

De 2013 a 2015, se realizó la segunda etapa que inició con la búsqueda bioetnográfica en los registros de los usos de la especie por parte de los grupos purépechas. La continuación de esto derivó en la ampliación de un estudio comparativo con la región de Xochimilco, donde Tzintia Velarde Mendoza realizó un análisis cuantitativo sobre el conocimiento ecológico y cultural, con más de 287 entrevistas estructuradas y abiertas.

“Los ajolotes están muy estudiados en las cuestiones de metabolismo, de fisiología y de su capacidad de regeneración tisular; los estudios de corte etnobiológico son prácticamente nulos y mucho de lo que hemos hecho es lo único que hay, a pesar de que tienen una distribución amplia que va desde Canadá hasta México”, apuntó Velarde Mendoza.

Del uso tradicional al estudio etnofarmacológico

Gimena Pérez Ortega, posdoctoranda en el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM, se integró al proyecto para emprender una revisión de los estudios farmacológicos realizados a partir del conocimiento tradicional obtenido en las fases previas de investigación.

“Esta especie se ha estudiado genéticamente, pero estos estudios no están asociados a un conocimiento tradicional. La idea ahora es retomar los conocimientos tradicionales con el material previo para estudiar lo que aún no se conoce, que es todo lo relacionado con el aparato respiratorio, el alivio de la tos, flemas, dolor, así como síntomas asociados con la cultura, como la enfermedad de la tristeza”, apuntó.

De acuerdo con Pérez Ortega, la siguiente etapa consistirá en el desarrollo experimental en una fase preclínica (en ratones) y una fase clínica, así como hacer un seguimiento de las personas que consumen estas especies como alimento.