Virreyes

Base de datos

Los aires de cambios trajeron en México el debilitamiento de la figura presdencial, otrora omnipotente, y con ello el fortalecimiento de los gobernadores que, como nuevos virreyes, comenzaron a hacer de sus estados verdaderos reinos feudales.
Condes, marqueses y duques se quedan cortos ante un Duarte, un Padrés, un Granier, un Montiel, un Moreno Valle, un Humberto Moreiera o un Reynoso Femat entre otros. Como señores de horca y cuchillo, estos hombres, lo mismo del PRI que del PAN, han retorcido las leyes a su antojo, han hecho de la immpunidad su carta de presentación y han llenado con su poder el vacío dejado por la figura presidencial, que en los últimos sexenios priistas entró en un desgaste y en los dos únicos sexenios panistas, no logró fraguar para poder mantener un control sobre los nuevos virreyes.

- Publicidad-

En poder al igual que en la física, no hay vacíos y los que hay se llenan con el poder de otros, en este caso, el de los gobernadores. Ya Zedillo trastabilleaba en el ejercicio del poder presidencial -se enfrentó acremente con Roberto Madrazo-, y Fox fue tan inepto para ejercerlo, que hasta se atrevió a mediados de su sexenio, a convocar a una especie de cogobierno, y hasta se atrevió a reformular códigos no escritos del poder al invocar a «la pareja presidencial», como si él no hubiers sido capaz de gobernar solo, sin el apoyo de la siniestra Martha Sahagún, «La Jefa» según se le conocía.

A los presidentes débiles, los gobernadores se les subieron a las barbas, o dicho de otra manera, les crecieron los enanos. Hicieron lo que quisieron con el país y el saldo es negro aún hoy: endeudaron sus entidades hasta por décadas, y en muchos casos, los recursos no fueron a parar precisamente a su destino; negociaron con el narco, retorcieron las leyes a su antojo, se enfrentaron con la población, enriquecieron a sus amigos y corrompieron el poder público.

No se trata de volver a los tiempos en que bastaba que un presidente omnipotente levantara el teléfono para remover gobernadores a capricho. Ni se trata de pensar que estábamos mejor cando estábamos peor o que todo tiempo pasado fue mejor.

- Publicidad -

No hay distingo entre esos partidos en que el ejercicio del poder público es sinónimo de abuso: lo mismo delinquen un Guillermo Padrés que un Andrés Granier, del PAN o del PRI por igual.
Lo que es igual en uno u otro caso, es en la insoportable levedad de las penas, las sentencias y los cargos por los que deben responder. A Luis Armando Reynoso Femat solo se le sentencia a 2 años y meses de prisión por los malos manejos en torno a un terreno.
A Padrés aún se le mantiene en capilla, no obstante el cúmulo de acusaciones que pesan sobre su administración, y en el caso de Nuevo León, «El Bronco» ya demostro que actuará contra Rodrigo Medina a quien se acusa de peculado de 3 mil 600 millones de pesos, conforme se acerquen los procesos electorales.
De Arturo Montiel, padrino y tío de Enrique Peña Nieto, ni pensar que haya poder humano que pueda enderezar en su contra alguna acusación. Si alguna vez hubo un sentir político que clamaba por justicia en el Estado de México, hoy toda posibilidad de acusación se ha diluido.
Los virreyes pueden dormir tranquilos.