Washington sigue empeñado en fomentar un cambio de régimen en Cuba

CIUDAD DE MEXICO (proceso).- A Barack Obama “le ha faltado determinación para desmantelar aspectos esenciales del bloqueo económico” que Estados Unidos impone a Cuba, afirma Dagoberto Rodríguez Barrera, embajador de la isla en México.

Más aún, dice que las medidas que Washington ha establecido desde el 17 de diciembre de 2014 –eliminación de límites en el envío de remesas, ampliación a 12 categorías de viajeros estadunidenses que pueden visitar la isla, autorización para que empresas norteamericanas de telecomunicaciones, servicios financieros y turísticos puedan operar en la nación caribeña, entre otras acciones– tienen un objetivo explícito: provocar un cambio de régimen en Cuba.

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“No somos tontos. Nos damos cuenta que la política de Estados Unidos sigue manteniendo el mismo objetivo” de subvertir la revolución, sostiene el embajador. “A ello se debe que las medidas que los estadunidenses han aplicado están más dirigidas a incentivar al sector privado; es decir, a potenciar a determinados sectores dentro de la sociedad cubana que, a su juicio, pudieran rendir frutos en su política hacia la isla”.

–¿El gobierno cubano ve un doble juego por parte de la administración estadunidense?

–Normalmente en la política norteamericana ha habido un doble y hasta un triple juego. No siempre lo que se declara públicamente es necesariamente el objetivo real. Pero creo que en relación con Cuba los estadunidenses han hablado con claridad. Cuando Obama anunció las medidas en diciembre de 2014 dijo que los objetivos de la política de Estados Unidos hacia Cuba se mantenían. Y sus asesores y voceros lo han repetido a lo largo del tiempo.

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–¿O sea el cambio de régimen?

–Sí. Lo que están haciendo realmente va dirigido en esa dirección. Y eso explica por qué han favorecido algunos sectores como el de las telecomunicaciones–, dice el embajador Rodríguez en referencia a la autorización del Departamento del Tesoro para que operen en la isla empresas estadunidenses de telefonía e internet. “Los voceros de la Casa Blanca han declarado que esas medidas van dirigidas a empoderar a determinado sector de la sociedad o a separar sectores sociales del gobierno de Cuba”.

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Comenta que pese a la existencia de este tipo de medidas, el gobierno cubano ha aceptado negociar con Washington porque considera que “la única forma para solucionar las diferencias entre los dos países es a través del diálogo, siempre y cuando se respete nuestra soberanía y el derecho a darnos el sistema de gobierno que consideremos. Si se mantiene ese respeto, nosotros aceptamos el reto que implica establecer un proceso de diálogo y de conversación con Estados Unidos”.

Al embajador Rodríguez –quien de 2001 a 2007 fue jefe de la Sección de Intereses de Cuba en Washington– se le recuerda el discurso que Obama ofreció en el Gran Teatro de La Habana durante su visita a Cuba en marzo pasado. En dicho discurso el mandatario estadunidense aseguró que no buscaba cambiar el régimen de la isla. Dijo: “He dejado en claro que Estados Unidos no tiene ni la capacidad ni la intención de imponer cambios en Cuba. Lo que cambie dependerá del pueblo cubano. No vamos a imponer nuestro sistema político ni económico”.

–¿El gobierno cubano no cree en las palabras de Obama?

–Cualquiera que conozca la historia contemporánea de Estados Unidos sabe que ese es el discurso público, pero que su gobierno ha intervenido en el mundo entero.

–O sea, ¿no le creen?

–Lo que estoy diciendo es que hay que contrastar las palabras y los hechos. Y le invito a ir a los hechos. En esa intervención en el Teatro de La Habana Obama dijo también que el bloqueo le hace daño al pueblo de Cuba. Si piensa así, ¿por qué en septiembre pasado él volvió a renovar la Ley del Comercio con el Enemigo, que data de 1917 y está diseñada para una situación de conflicto mundial, cuando en la actualidad sólo se aplica a Cuba?

“Entonces –insiste–, lo invito a contrastar las palabras con los hechos. Y los hechos son –y la historia lo ha demostrado de manera sobrada– que Estados Unidos siempre ha tenido apetencia de dominación sobre Cuba. Y no sólo estoy hablando de Obama o de las últimas administraciones. Estamos hablando desde el propio surgimiento de esa nación hace más de 200 años”.

Subraya: “Creo que seríamos ingenuos si pensáramos que Estados Unidos actúa con esa benevolencia expresada por Obama en el Gran Teatro de La Habana”.

“Órdenes ejecutivas”

El embajador Rodríguez recibe a Proceso en su oficina de la representación diplomática de Cuba en la Ciudad de México con el objetivo de hablar sobre un tema específico: el informe de Cuba sobre la resolución 70/5 titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo impuesto por Estados Unidos contra Cuba”, que la Asamblea General de Naciones Unidas discutirá el próximo 26 de octubre. Es la vigesimoquinta ocasión que esa instancia internacional somete a votación un informe de este tipo y en todas ha recibido un respaldo abrumador.

El informe –de 43 cuartillas– reconoce que “se han alcanzado algunos avances en las relaciones bilaterales entre Cuba y Estados Unidos”, como el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la reapertura de embajadas en ambos países y la “justa exclusión” de Cuba de la lista de Estados patrocinadores de terrorismo.

Sin embargo, sostiene que el bloqueo económico contra la isla “se mantiene en vigor y continúan aplicándose las restricciones que éste impone”, en particular “la persecución financiera a las transacciones cubanas en el exterior”. Estima el perjuicio económico sólo en un año (de abril de 2015 a abril de 2018) en 753 mil 688 millones de dólares.

El documento considera que las medidas adoptadas por Obama para normalizar las relaciones con Cuba son “positivas, pero insuficientes”. Argumenta que si bien el Congreso es el órgano facultado para revocar las leyes en las que se sustenta el bloqueo, Obama puede llevar a cabo “acciones ejecutivas” para desmontar las restricciones que impone esa medida y vaciarlo de gran parte de su contenido.

El viernes 14, Obama emitió una directiva presidencial con el propósito de “consolidar” los cambios adoptados hacia Cuba y hacer “irreversible” su nueva política hacia la isla. Esta directiva –que incluye cambios a las regulaciones estadunidenses para permitir mayor intercambio comercial entre ambos países– define los “objetivos prioritarios” del proceso de normalización de las relaciones bilaterales y precisa las competencias de las agencias del gobierno estadunidense. En los hechos, se convierte en una especie de hoja de ruta para los gobiernos futuros e intenta institucionalizar los cambios hacia Cuba adoptados por Obama.

Un mes antes –el 17 de septiembre–, durante un acto de campaña en Miami, Florida, Donald Trump amenazó con revertir la política de Obama hacia Cuba “hasta que se restablezcan las libertades” en la isla. La lógica del candidato republicano es simple: si “órdenes ejecutivas” del presidente otorgan las actuales “concesiones” a la isla, otras órdenes ejecutivas pueden revertirlas.

–¿Es posible echar para atrás el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos? –se le pregunta al embajador Rodríguez.

–Es muy difícil decir que no es posible. En política casi todo es posible. Puede darse… Pero la lógica indicaría que este proceso actual debiera ser irreversible por, entre otras razones, servir a los intereses de Estados Unidos, no sólo en relación con Cuba sino con América Latina.