XV años de la Orquesta sinfónica infantil y juvenil

 

AMEALCO DE BONFIL, Qro. (proceso).– En un entorno con reminiscencias revolucionarias, con las imágenes de los generales Pancho Villa y Emiliano Zapata y del expresidente Francisco I. Madero como testigos, se escuchan las notas del más puro estilo nacionalista del Huapango, de José Pablo Moncayo. No son ejecutadas a la manera de un egresado del Conservatorio quizá, pero sí con el entusiasmo desbordante de niños y jóvenes de entre 10 y 17 años.

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Son los integrantes de la generación 2016 de la Orquesta Sinfónica Infantil de México (OSIM), fundada por Sergio Ramírez, que este año celebrará sus “15 primaveras” con una breve gira por las ciudades de San Luis Potosí, Orizaba y Cuernavaca, para cerrar con dos presentaciones en el Palacio de Bellas Artes en la Ciudad de México.

Previamente, los 105 seleccionados tras haber realizado audiciones con alrededor de 450, se concentran en un campamento en el Hotel Misión La Muralla, instalado en el casco de una antigua hacienda ganadera, construida en el siglo XVIII por el francés Francisco Yarsa.

Entre momentos de diversión en la alberca, partidos de futbol, bailes de moda y karaoke, los jóvenes músicos estudian ahí con disciplina las obras que interpretarán durante la gira, primero con los maestros de sus respectivas secciones: violines, violas, violonchelos, fagots o percusiones, para luego reunirse a ensayar los tutti bajo la dirección de Eduardo García Barrios.

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Da gusto verlos, pero también desazón. Gusto por la oportunidad que niños de lugares remotos del país tienen para seguir desarrollando su aprendizaje musical, una forma de cumplir con el derecho de acceso a la cultura, consideran los investigadores Carmen Pérez Camacho y Andrés López Ojeda (ver recuadro), quienes desde hace un año dan seguimiento al trabajo de la OSIM y del Sistema Nacional de Fomento Musical (SNFM).

Desazón porque ese beneficio no alcanza a los millones de niños que quisieran, tal vez, ingresar a una de las orquestas ya conformadas o empezar el estudio de un instrumento musical:

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“Nos faltan muchísimos maestros en el país”, reconoce García Barrios en entrevista con Proceso, luego de terminado el ensayo.

Si un niño que jamás ha tocado un instrumento desea comenzar tendría que buscar un espacio, tal vez una escuela en su comunidad, pero no hay orquestas en todos lados, y las que existen no pueden recibir aspirantes indiscriminadamente:

“Falta mucho por construir, hemos tratado de reproducir este modelo en las orquestas comunitarias y no simplemente crear orquestas y bandas por todas partes, no se podrían atender. Hay que concentrar para que el modelo sea exitoso y son cuestiones a muy largo plazo. Por eso quiero insistir en la continuidad: los 15 años y el pastel (imagen del cartel de la gira), son simbólicos, lo importante es que son procesos que requieren tiempo, inversión, para dar –cada vez más– resultados completos, evaluar esos resultados e ir convenciendo de que el modelo funciona.”

Para el campamento y conciertos de la gira conmemorativa, el gobierno federal destinó un presupuesto de cuatro millones de pesos en gastos de la plantilla docente, estancia de los participantes, seguro de gastos médicos mayores para cada uno de ellos. Los estados participantes, en este caso la Ciudad de México, Morelos, San  Luis Potosí y Veracruz, cubren su estancia.

Pero aquí cabe un dato significativo: Mientras el SNFM recibió en 2014 un presupuesto de 30 millones de pesos, el proyecto de orquestas infantiles y juveniles Esperanza Azteca, del grupo de Ricardo Salinas Pliego –dueño de TV Azteca y Electra, entre otras empresas–, tuvo en 2013 un apoyo de 103 millones de pesos por parte de la Cámara de Diputados. Ello ha sido cuestionado en varios medios de comunicación por tratarse de recursos públicos para un grupo empresarial con solvencia económica.

 

La base de todo

Profesor de los ejecutantes de tuba en las orquestas infantiles, desde que comenzaron en México con los directores de orquesta Eduardo Mata y Fernando Lozano, Paul Conrad cuenta que tiene doce años trabajando con la OSIM, y desde hace 30 imparte clases en el Instituto Nacional de Bellas Artes.

Recuerda que hace tiempo el programa contaba con más recursos para hacer presentaciones en el interior de la República, pero ahora se tiene mayor seguimiento con los estudiantes y se elige a aquellos que de verdad demuestran dedicación, disciplina y talento para avanzar en el programa.

Anteriormente, dice, los seleccionados podían regresar al año siguiente a la OSIM aunque no hubieran mantenido su nivel musical, pues muchos no tienen la fortuna de tener un maestro de su especialidad en los lugares donde habitan. Ahora se trata de buscar maestros y apoyar a los muchachos con becas para que continúen con su desarrollo y mantengan su nivel.

–¿Qué bondades ve en este programa?, ¿Muchos serán músicos profesionales?

–La mayoría va a regresar a sus bandas de música tradicional en sus pueblos y la idea de este programa es mostrar que hay otras opciones… mostrar las posibilidades. Muchos están por primera vez con una agrupación de más de quince personas y la atención es muy importante para la disciplina.

“Lo importante, cuando regresen a sus pueblos, es que sepan manejar su instrumento un poco mejor, con más de historia de su música regional y de otras áreas, sabrán cómo compartir con el resto del ensamble,  y eso es una gran ayuda, no importa si sigue como profesional en la vida de adulto. Ya saben compartir un poco más, pues tienen que comer juntos, convivir juntos y en mi opinión es una gran ventaja. Si siguen en la música clásica o popular es secundario: la educación y disciplina de convivencia, como ésta en un mundo que quiere separarnos, es lo valioso en estos programas que quieren unirnos.”

El profesor Conrad destaca finalmente que en su sección de tuba se aprende además la importancia de la base rítmica, pues es uno de los instrumentos más difíciles de transportar, por principio, y a veces no se le considera importante porque no lleva la melodía como la flauta o el violín:

“Muchos olvidan que sin la base no se puede construir un edificio, entonces rítmicamente la tuba es muy importante, y necesita de una persona que no busque estar al frente siempre pero si ser parte del ensamble.”

A lo largo de sus quince años de existencia, la OSIM ha trabajado con mil 103 niños y jóvenes menores de 18 años, 679 de ellos niños y 424 niñas. Y ha realizado 24 giras dentro del país y tres internacionales. De sus filas han egresado músicos como el arpista Emmanuel Padilla Holguín, ganador del IV Concurso Internacional de Arpa; Rodrigo Cortés López, flautista principal de la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí; y el director Jacob Tapia.