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Zombies por las calles de Tijuana

El precio de la alcaldía de Tijuana: de 30 a 50 millones de dólares

Algunos son solamente indigentes, están también, los alcohólicos, los pordioseros, los adictos a drogas duras

El incendio generado por un indigente en la zona de cajeros automáticos de la sucursal bancaria de Banorte en el boulevard Agua Caliente, es sintomático del problema que ciudades como Tijuana enfrentan con los hombres y mujeres que recorren nuestra frontera.

Aunque hay una gran diferencia que solo el ojo experto puede detectar, es un hecho que la cifra de personas que deambulan por diversas zonas ha aumentado considerablemente.

Algunos son solamente indigentes, están también, los alcohólicos, los pordioseros, los adictos a drogas duras entre los cuales podemos diferenciar a aquellos que todavía pueden mantener una conversación coherente con aquellos que ya se mueven en condición de zombies.

Entre estos hay quienes presentan una intolerancia tal a la luz solar que solo salen por las noches a “cristalear” carros, a recoger latas de aluminio o cualquier metal que puedan vender a las recicladoras, o a buscar cualquier forma de acercarse un pan a la boca y un peso a la bolsa. Estos son conocidos como los “murciélagos”, desechos humanos que “viven” en los huecos de la canalización del río Tijuana o en los “ñongos”, chozas o cuartuchos armados con palos, lonas o plásticos.

Y dentro de estos diversos grupos de adictos, hay algunos que pasan por las calles sin percatarse de lo que ocurre a su alrededor -esto incluye a los automovilistas que pasan a su lado esquivándolos-, algunos más agresivos y muchos que tienen conductas inusuales.

Entre estos destacan aquellos que se desnudan por efecto de la hipertermia provocada a su vez por drogas como las metanfetaminas que producen sus efectos como la citada y el síndrome de rabdomiólisis “por elevar las concentraciones sinápticas de norepinefrina, dopamina y serotonina. Las metanfetaminas causan un aumento de su liberación presináptica e inhiben su recaptación”.

Entonces, nos encontramos ante un universo de personas en condición de calle -sin olvidar a mujeres y niños-, que pueden ser un riesgo para ellos mismos (algunas de las mujeres adictas o enfermas mentales son susceptibles de quedar embarazadas continuamente), o un riesgo para la seguridad de los demás.

Desde una agresión física hasta daños en propiedad ajena como el punto con el que abrimos esta columna, hasta incendios que se salen de control en zonas céntricas o periféricas de la ciudad o de cualquier ciudad de Baja California. Este es el saldo y el riesgo que pueden provocar personas que, por adicción, enfermedad mental, abandono o varios etcéteras, se ha convertido en un ejército de zombies.