De la legitimidad perdida y el MC como segunda fuerza

Una institución democrática sin legitimidad social es como una urna sin boletas: legal, pero vacía.

I. LAS ELECCIONES QUE NADIE QUISO

Se celebró en México un evento histórico, sí. Pero la primera elección del Poder Judicial, anunciada con bombo y platillo como un avance en la democratización institucional, registró una participación inferior al 13% a nivel nacional. En Baja California, todo indica que fue aún menor.

Una elección sin electores. 9 de cada 10 ciudadanos despreció el proceso electoral.

Desde la teoría democrática, esto es una alarma.
La “legitimidad difusa” (Easton) es la condición esencial de las instituciones. Cuando el pueblo deja de ver valor en participar, incluso una elección constitucionalmente válida pierde su sustancia. Este nuevo poder judicial tiene la misma legitimidad que el anterior, “electos” por distintas burocracias, pero no por las masas.

Tendremos un Estado de Derecho en un cascarón vacío, donde el nuevo poder judicial representa a la nueva elite política.

Así, los nuevos jueces ya nacen sin legitimidad. Son legales, sí. Pero como sus antecesores, estarán marcados por la indiferencia social, esa forma posmoderna del repudio.

II. LA URNA VACIA

¿Por qué el pueblo no fue a elegir a los jueces del pueblo?
Porque no los conocía, porque no creyó en el proceso, porque no sintió que eso transformara su vida. Porque no cree que la impartición de justicia mejore, etcétera, etcétera, y más etcétera.

Este fenómeno de “desafección política crónica” (Norris) es un rechazo a los candidatos a juzgadores, al proceso per se, a quienes y lo que representan. Los ciudadanos no rechazan la democracia, pero sí a quienes la encarnan.

Distinto escenario se vivió en las elecciones municipales en Veracruz y Durango; entusiasmo y participación. La gente salió a votar por las presidencias municipales.

Morena sigue ganando, pero con márgenes más reducidos, frente a una oposición que no ha renacido, pero ya empieza a ser percibida como posibilidad, especialmente Movimiento Ciudadano. Y eso nos lleva a Mexicali.

III. LOS TRES GUSTAVOS Y LA OPORTUNIDAD DE MEXICALI

En Baja California, Mexicali parece ser el único municipio “grande” donde la oposición puede ofrecer competencia a MORENA.

Se habla ya, cada vez con más fuerza, de que Gustavo Macalpin, un comunicador y animador de radio, televisión y redes sociales, sería postulado por Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal.
Haría mancuerna con Gustavo de Hoyos Walther, el exlíder empresarial que aspira a la gubernatura. Un “doble Gustavo” que encarna el nuevo marketing electoral: figuras con visibilidad, discurso anti 4T, y capital simbólico acumulado en torno al desgaste del ejercicio del gobierno actual.

El PAN y el PRI siguen existiendo… pero más como recuerdo de agravios pasados que como opciones futuras. Su desprestigio histórico aún pesa más que cualquier candidato visible.

Pero la postulación de sus candidatos será la fragmentación de la oposición.

Para Mexicali se habla de postular a Eva Maria Vásquez a la alcaldía, y a Gustavo Sánchez para Gobernador.
Y no ganarán. Pero disputará los votos opositores a los otros Gustavos, fracturando a la oposición.

Parece ocurriría un resultado al de ayer en Veracruz y Durango, que hasta hace unos días amenazaban los opositores con viabilidad electoral, pero al final sucumbieron ante Morena; aunque la oposición sí alcanzó pocos triunfos significativos y alentadores rumbo al 2027.

IV. EL ABISMO DE TIJUANA

Mientras el escenario en Tijuana es distinto.

El delfin del Poder Ejecutivo se desfondó en los recientes días y se ve muy complicado su regreso.
Morena ya se había resignado a ese rumbo, y hoy no cuenta con qué reemplazarlo; por lo que todo indica que optarán por la fórmula de la inercia: reelegir a Ismael Burgueño, un alcalde con bajo perfil, escasa conexión popular y nulo entusiasmo en masas.
Pero su ventaja es brutal: no hay oposición visible, y Morena sigue teniendo el voto popular seguro. No hay Macalpin tijuanense que vislumbre alguna posibilidad creible de amenaza.
Y donde no hay antagonismo, la hegemonía camina sola.

La democracia no es el régimen del pueblo, sino el de los partidos que se disputan el poder (Sartori), por eso la disputa interna de Morena definirá los próximos gobernantes.
Si no hay competencia real, el voto deja de ser elección y se vuelve un mecanismo de las burocracias partidistas.

V. LA COLUMNA VERTEBRAL DE LA DEMOCRACIA

Estamos entrando en una era donde el problema no es solo quién gobierna, sino cómo se legitima el poder.
Una elección con 90% de abstención no legitima nada.
Un poder judicial electo sin debate ni conocimiento ciudadano no se convierte en democrático, sino en burocrático designado por las élites en turno.

Esta es la realidad, y así se transforma el Poder Judicial en México. El futuro inmediato nos dirá si fue para mejor, para dejar las cosas funcionado igual, o empeorar la impartición de justicia.

Lo que yo creo que cambiará más por esfuerzos individuales de cada nuevo juzgador, que por el nuevo sistema de renovación.