La carne, la masa y la deslegitimidad

Más de 25 mil personas asistieron a la carne asada masiva para expresar el sentimiento popular.

MASA Y CUERPO COLECTIVO, LA CARNITA ASADA

Mexicali mostró el rompimiento de la legitimidad entre el gobernante y el pueblo que otorga el proceso electoral, pero se pierde con la mala gobernanza.

La protesta del sábado en la tarde y noche del 17 de mayo en Mexicali no requirió muchas razones para asistir, pero sí un sólo sentimiento fuerte de dignidad humana. Las personas llegaron de diferentes lugares, de distintos orígenes y a diferente paso, pero latían con un solo ritmo.

No necesitaron doctrina ni líderes que los acarrearan, solo una causa compartida: el miedo a continuar perdiendo el bien común.

Esa fue la escena. Humo blanco estaba en el aire, al cielo. La gente ya decidió, frente al balcón de la Gobernadora: no aceptan su jerarquía, no la sienten su líder.

La gente llegó a la protesta sin partido, solo como integrantes de una comunidad en peligro de romperse. Hacía sol y viento, pero todos con una temperatura común que se propagaba como llama.

Los primeros en llegar se dispersaron, se sentían temerosos, pero en unas horas, la masa odia el vacío y odia la espera. Por eso llenó la plaza entre los edificios de los Poderes del Estado y al centro el monumento de los municipios sosteniendo el sol.

Los miles ya no eran miles, sino uno solo, una masa con un mismo deseo: certeza de que estarán bien, certeza de que ya no le creen a su gobierno.

La carne asada masiva creo a esa masa cívica que exige una ciudad en paz, segura y buena para todos en todas partes.

La gente no se fue sino hasta que la noche, lentamente, las dispersó. Pero justo en la oscuridad, el gobierno en el cual ya no confían les apagó la luz: se oscurecieron las lámparas del alumbrado público. La masa, con un solo sentimiento, sacó sus celulares, encendieron sus pantallas y gritaron al unísono su consigna. Es la imagen más elocuente, más eficaz para replicar un sentir social. Y esa imagen surgió de la ausencia de la prudencia política, apagaron la luz, una metáfora de la luz que perdieron, y arrojaron mas carbón a las brasas.

La muchedumbre no marchaba. Asaban carne. Convivían en comunidad. Juntos había igualdad, libertad, solidaridad, fiesta.
Y, sin embargo, todo era político.

Cada asador, una declaración. Cada mesa, un grito. Cada pedazo de carne, un símbolo del hartazgo. Familias completas, estudiantes, adultos mayores, jóvenes, niños en carriolas. Ninguna bandera. Ningún templete. Ningún liderazgo que se apoderara de la masa: la masa no los dejaba. Solo una rabia festiva, una alegría cargada de desencanto.

LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL Y LOS MÁS DE 25 MIL

La explanada de los Tres Poderes, que ha visto cientos de mítines, nunca había albergado tal número de personas por una convocatoria sin rostro, nacida de un perfil falso en redes sociales. Sin un poder institucional o fáctico detrás.

Según el análisis técnico elaborado con base en inteligencia artificial, cartografía y video, fueron más de 22 mil personas presentes simultáneamente entre las 6:30 y las 7:30 p.m., con un flujo sostenido de entrada y salida de al menos 3,600 personas, lo que permite estimar una participación total acumulada entre 25 y 26 mil asistentes.

Los videos tomados entre esa hora, superpuestos por la IA al mapa y fotografía de Google Earth y triangulados con información pública cartográfica, permiten estimar con rigor esa cantidad de manifestantes.

Cualquier persona puede conocer con mayor precisión el número de asistentes con la metodología técnica de estimación basada en inteligencia artificial, análisis de imágenes y herramientas cartográficas de la misma Google. El cálculo se elabora a partir del análisis del video que muestra el momento de mayor concentración humana. A partir de ese punto de referencia, la IA utiliza las imágenes y las superpone sobre la plataforma Google Earth y contrasta con información pública de mapas catastrales para identificar las superficies exactas ocupadas por la multitud.

La explanada central, donde se ubica el monumento de los brazos de concreto, fue la zona de mayor densidad, con una ocupación promedio de 4 personas por metro cuadrado. Alrededor de esa área, en los pasillos, jardineras, explanada lateral y accesos al gobierno estatal, se observó una densidad variable de entre 1 y 3 personas por metro cuadrado. Esta diferenciación por zonas permitió estimar con mayor rigor la asistencia simultánea.

El resultado del análisis de la IA determinó que, en el punto de mayor aglomeración, había aproximadamente 22,000 personas presentes de forma simultánea en la explanada central, sus alrededores inmediatos y las zonas de acceso cercanas al Congreso, al Palacio Municipal, al edificio del Poder Judicial y la esplanada y jardines del Gobierno Estatal. Esa concentración máxima se sostuvo al menos durante una hora.

Sin embargo, lo más relevante es que, durante ese periodo de tiempo, hubo un flujo constante de personas que ingresaban y salían del lugar a través de los tres accesos principales: la parte posterior del Congreso, la zona trasera del Poder Judicial y la Calzada Independencia. En cada ciclo de los semáforos peatonales —de aproximadamente 90 segundos— cruzaban grupos de personas que se aglutinaban en las esquinas y avanzaban en cuanto el semáforo se ponía en verde al peatón. Este movimiento fue registrado en video y confirmado en campo.

Con base en esa observación, se estimó un flujo combinado de entrada y salida de al menos 3,600 personas durante esa hora, sin que se redujera la cifra de ocupación máxima. Es decir, hubo una rotación significativa.

Posteriormente, cerca de las 8:00 p.m., el flujo comenzó a invertirse: el número de personas que se retiraban superó al de quienes llegaban, lo que marcó el descenso progresivo de la concentración.

Por lo anterior, se concluye que la participación total acumulada en la jornada fue una cifra estimada de entre 25,000 y 26,000 asistentes únicos a lo largo del desarrollo de la protesta.

Esta estimación no tiene fines políticos ni propagandísticos. Se trata de una aproximación técnica y visualmente fundamentada para dimensionar, con base en evidencia objetiva, la magnitud real de una de las expresiones ciudadanas más relevantes en la historia reciente de Mexicali.

El movimiento fue real, palpable y sostenido. Las imágenes lo confirman: no eran acarreos ni clientelismo, no eran militantes. Era gente de a pie, con hieleras, bocinas, comida y sillas propias. Lo que no logró ni un candidato ni gobernante con toda la maquinaria del poder federal, estatal y municipal, lo logró un sentimiento colectivo de decepción e indignación.

DE LO POLÍTICO A LO FILOSÓFICO

Esta protesta no fue una “gente cualquiera”: fueron ciudadanos con sentido común y ejercicio de la razón, expresando de forma masiva el vacío entre el poder político y el bien común.

La política, en su sentido más noble, existe para organizar la vida común orientada al bien. El gobierno tiene la finalidad, no sólo de administrar bienes, sino de asegurar la progresividad de la justicia social, de la equidad, la igualdad, la inclusión y el bien común, para una vida cada vez más digna y plena. Este humanismo es la moral pública: la urgencia de un progreso perpetuo.

Pero cuando ese bien se diluye, cuando las instituciones dejan de generar certeza, y cuando los representantes no encarnan justicia sino privilegio, entonces la gente se convierte en cuerpo crítico y se reapropia del espacio público.
Hoy la carne asada masiva se adueñó de la narrativa pública.

Esa carne asada no fue solo un evento: fue la politización del malestar cotidiano, la materialización de una ruptura con la idea de que el poder sirve, y el poder lo tienen las masas.
Miran al político en funciones de gobierno como el malestar de todos.

Los asistentes a la carne asada masiva no fueron ideológicos, fueron existenciales: acudieron no para obedecer a un partido, ni a un credo, ni a un mesías, sino para gritar que ya no se sienten seguros, ni representados, ni dignos.

La revocación de las visas de Marina del Pilar y su esposo fue apenas el catalizador de un enojo más profundo: la sensación de que Baja California ha perdido el rumbo, y con él, la posibilidad de vivir en paz. La incertidumbre domina el aire que respiran los ciudadanos.

EL PODER SIN PROGRESO

El gobierno respondió con silencio, o con desdén, apagando las luces como metáfora de su misma gestión. Vaya imprudencia personal, la gente naturalmente se retiraba, era noche, era sábado, pero ese acto de gobierno puso las cosas más claras. La gente en plena civilidad se unieron sacando sus celulares, iluminado su destino y coreando miles de voces al unisono “fuera Marina, fuera Marina”. Esto jamás habría ocurrido, esta imagen elocuente no habría existido, pero ahora es real, como real es la falta de prudencia política del Gobierno del Estado.
Sin estrategia. Sin lectura política. Sin comprensión ética. Sin moral pública. Sin bien común, sin justicia social.
Apagaron la luz como si no entendieran que el poder no se sostiene por decreto, ni por leyes, sino por legitimidad. Y la legitimidad se basa en la confianza mutua de quienes gobiernan y quienes son gobernados.

Marina del Pilar no está en crisis solo por la narrativa de las visas canceladas. Está en crisis porque no tiene ya el vínculo simbólico ni ético que da sentido al mando. Marina empezó a quedarse sola desde que nombró algunos de su gabinete derechizados, desde que pusieron el piloto automático y solo instrumentan programas y adornos y se olvidaron del progreso y justicia social, y con ello diluyen el bien común.

Cuando el pueblo deja de creer, la ley se vuelve letra, y el poder, sospecha.
Ni los programas sociales, ni los espectáculos de propaganda, ni los enemigos inventados logran ya detener el deterioro cuando se ha perdido la credibilidad —y con ella, la legitimidad.

¿Y AHORA QUÉ?

Esta protesta no fue organizada por una estructura. Pero su potencia obliga a toda estructura política a pensar seriamente qué está ocurriendo en la base social. ¿Quién inoculó la indignación? Es lo de menos. Lo relevante es que ya no se puede controlar, ni silenciar, ni manipular.

Lo que viene puede ser articulación o puede ser caos. Puede ser ciudadanía o puede ser nihilismo.
Lo cierto es que la carne se encendió, y el humo blanco ya tocó las ventanas del poder. Es la primera llamada.