¿La oposición salvará a Morena?

“La mejor forma de neutralizar a un enemigo es dejar que crea que está ganando.”
—Robert Greene, Las 33 estrategias de la guerra.

LA OPOSICIÓN ESQUIZOFRÉNICA

El calendario aún marca 2025, pero la oposición en Baja California olió sangre y salió de cacería. Lo hizo no por una estrategia pensada para disputar el poder, sino por la necesidad visceral de lanzar una ofensiva, aunque fuera sin dirección.

En una serie de columnas escritas por Sergio Trochez Reza se detallan las propuestas del bloque opositor a la gubernatura rumbo a 2027: Jorge Hank Rhon por el PES, Gustavo de Hoyos por MC, Gustavo Sánchez por el PAN y, en el rincón del PRI, Jorge Astiazarán y César Moreno. Vale la pena mencionar la ausencia de mujeres en el imaginario partidista opositor, pero eso lo tocaré en posteriores reflexiones.

Por lo pronto hoy ninguno de ellos, por sí solo, enciende señales de alerta en el oficialismo. Son figuras previsibles, insertas en las lógicas tradicionales de las élites partidarias. Candidaturas con apellidos y trayectorias ya ensayadas, que no sorprenden, no conmueven, no alteran el juego ni mueven la cancha. Como si en un tablero de ajedrez, todos hubieran decidido jugar sin reina.

La oposición está haciendo exactamente lo que el poder espera que haga: mostrarse antes de tiempo, fraccionarse, dividir fuerzas, repetir fórmulas, desgastarse entre sí y, sobre todo, olvidar que el verdadero enemigo no es Marina del Pilar ni Morena, sino la desesperanza social y la desafección ciudadana.

Ante la ausencia de expectativas mejores, más vale la pensión del Bienestar.
¿Cómo para qué, o mejor dicho, cómo por quién, cambiar el rumbo?

LA PARADOJA DEL PODER SIN RIVAL

La dispersión de la oposición debilita a Morena, no por sus aciertos, sino por la peligrosa ilusión de su invulnerabilidad. El poder absoluto comienza a pudrirse cuando ya no tiene adversarios que lo desafíen con inteligencia. El rival mediocre fortalece la ilusión del invencible. Y esa es hoy la mayor amenaza para Morena: que en su momento de mayor debilidad y crisis de credibilidad, sus adversarios no tengan ni la agudeza ni la audacia para capitalizarla.

La gobernadora Marina del Pilar vive un desgaste prematuro. Se acumulan quejas, señalamientos, cuestionamientos. Pero el entorno le favorece: una oposición dispersas y desorientada, que repite nombres como si eso bastara para convocar multitudes, y en realidad alimenta la arrogancia y la soberbia en Palacio de Gobierno y en Plaza Mandarín.

CUANDO MORENA SE METE EL PIE

Porque cuando un régimen se cree infalible, deja de corregirse. Cuando una corriente hegemónica ya no siente la necesidad de hacer campaña, entra en la fase de descomposición sin saberlo.
Cuando el sistema de partidos deja de ser competitivo, la democracia pierde su capacidad de autorregenerarse.

La soberbia no mata de inmediato, pero anestesia el instinto de supervivencia. Y sobran los políticos que, en nombre de una supuesta victoria asegurada, sienten que tienen licencia para la insensibilidad, para gobernar con las patas, y para gastar sin decoro. Otros para la prepotencia, el abuso y la corrupción.

Lo mejor que le puede ocurrir a una sociedad es un régimen de partidos competitivo. La prudencia se apodera del gobernante cuando sabe que pueden perder en la siguiente elección. Hoy, con esta oposición, Morena tendría que dispararse en ambos pies para perder en 2027.

EN 2027 NO HABRÁ VOTO DE CASTIGO

Existe, en ciertos círculos opositores, la creencia mágica de que la elección de 2027 será un castigo automático contra Marina del Pilar. Que bastará capitalizar su desgaste y el encono popular de algunos sectores para arrebatarle el poder a Morena. Pero no es así.

La ciencia política ofrece suficiente evidencia para afirmar que las elecciones subnacionales o concurrentes no son, en automático, plebiscitos sobre los gobiernos estatales. Los estudiosos de las elecciones, Jonathan Rodden (Why Cities Lose), Flavia Freidenberg, Steven Levitsky, entre otros, han demostrado que los votantes rara vez actúan por lógica punitiva, por castigo.
El voto responde más a lealtades partidarias, percepciones nacionales y a las cualidades individuales de los candidatos.

La figura de Claudia Sheinbaum estará en el centro del escenario. Si su gobierno ofrece rumbo, respaldo federal y una narrativa social clara, bastará para que el votante promedio disocie a Marina del Pilar del candidato local de Morena. Es el fenómeno de la transferencia de prestigio, típico en sistemas hiperpresidencialistas. La figura de Sheinbaum será la piedra angular de las candidaturas de Morena.

Y además están los propios candidatos: su historia, su carisma, su contacto territorial. Creer que basta con el “voto de castigo” es subestimar al electorado. Apostar todo a ese eje es cavar, desde ahora, la derrota.

EL ESPEJISMO DE LA INEVITABILIDAD

Pero Morena no ha ganado aún, aunque si sus adversarios insisten en jugar a perder, no tendrá que esforzarse para hacerlo.

Y ese también es un problema para Morena. Porque cuando el poder no es desafiado, se estanca. Cuando la crítica se anula desde fuera, el oficialismo termina anulando también la crítica interna. Y cuando la victoria se siente asegurada, se siembra el germen de la caída.

En Baja California, 2027 aún parece lejos. Pero las jugadas que se hacen hoy están sellando el desenlace.
Si la oposición sigue caminando errante, repitiendo lemas vacíos mientras entrega el control del destino al automatismo electoral de Morena, el futuro ya no será una elección: será apenas una administración de la resignación.