
Lamentablemente este proyecto llega mal y tardepues la narcocultura elogia al criminal
Mal y tarde llega la iniciativa que desde la Presidencia de la República y a través de la Secretaría de Cultura, busca impulsar composiciones musicales que fomenten la paz y desalienten las adicciones, con miras a contrarrestar los efectos nocivos de los narcocorridos.
A la luz de los hechos registrados durante un concierto en el que el público exigía a un cantante interpretar narcocorridos, y ante la negativa del músico por hacerlo, a riesgo de ser multado al igual que la empresa que le había contratado, el gobierno federal abrió los ojos a una realidad a la que no había volteado: la narcocultura está profundamente arraigada en nuestro país.
La titular de la Secretaría de Cultura, Claudia Curiel de Icaza presume haber recibido 5 mil 821 registros para el concurso México Canta, por la paz y contra las adicciones,
En palabras de la funcionaria, “El objetivo es fortalecer la nueva música mexicana, basada en otro tipo de letras, habalndo de la riqueza de nuestro país, inspiradoras, de desamor, y que por supuesto, que no tengan que ver con la apologia del delito y la discriminación”.
Lamentablemente este proyecto llega mal y tarde, como afirmamos, pues la narcocultura, esa desviación en la formación de un pueblo que en este caso es el nuestro, elogia al criminal al que presenta como un modelo a seguir.
Los narcocorridos ya están totalmente arraigados en la cultura mexicana, pese a los esfuerzos de la Cámara de la Industria de la Radio por prohibir la difusión de esta música
Para nadie es un secreto que la mayoría de estos narcocorridos son trajes a la medida de los capos del crimen organizado que pagan millonarias cantidades a los conjuntos musicales por componerles lo que serán sus himnos de batalla, para que sus secuaces, sus enemigos y hasta los jefes policiacos y los gobiernos sepan el calibre de su poder.
Pero no se trata solo de expresiones musicales aberrantes y de mal gusto, sino de una escala de valores que privilegia la obtención del dinero a toda costa, y que mejor ejemplo que estos señores de la droga que reúnen todos los requisitos con los que sueñan nuestros jóvenes, condenados a una vida opaca y sin futuro.
Para ellos, el capo reta al gobierno, pacta con gobernantes y mandos policiacos, se enfrenta a sus rivales, protege a su familia y a sus secuaces, obtiene cantidades de dinero que ni en sueños podría reunir en una vida de trabajo ya sea como empleados, comerciantes, empresario o profesionista; tiene a su disposición lujos, mansiones, carros y mujeres.
Este es la imagen que nos venden falsamente los narcocorridos y las series televisivas que presentan a estos criminales como modernos Robin Hoods, sin mostrarnos que la otra cara de esta moneda es el dolor, la sangre, la cárcel o la muerte.
Muy mal anda nuestro país donde la narcocultura ya echó raíces desde hace décadas mientras que un efímero gobierno lanza una pobre iniciativa bautizada “México canta”.